Japón: Kyushu I

Sakura (cerezos en flor) por todas partes

Japón es un planeta perfecto. Y digo planeta, porque no estoy segura de haber estado en la Tierra.

Japón está dividido en cinco islas (zonas) principales: Hokkaido, Honshu, Shikoku, Kyushu y Nansei. He ido al sur, a Kyushu, a ver a mi amigo Katsu, que hacía unos diez años que no lo veía, y fue mi compañero de piso hace quince años. En un par de palabras, en Kyushu hay: cerámica y naturaleza volcánica.

Nunca había ido antes a Japón -por lo mismo por lo que no he ido a Escandinavia, ni a Suiza, ni al Reino Unido, ni a Moscú- porque te cuentan leyendas de lo más caro que han visto en esos países y al final la bola va creciendo y acabas creyendo que sólo respirar te va a salir por un ojo de la cara. Pues es mentira. Japón no es caro. O al menos el sur. Seguro que Tokio es otro tema. En Japón es cara la fruta, los alquileres, los taxis, los objetos de lujo, los trenes y los ferris de alta velocidad. Lo demás, es más o menos normal. Un botellín de agua es más barato que en España. El autobús y el tranvía son más baratos que en ciudades como Amsterdam o París, y por supuesto, que Londres. Comer en la calle, también es barato, más o menos como en China. Pero los restaurantes buenos de verdad (el lujo) son muy caros, a diferencia de China. Dormir en sitios cutres vale lo mismo que en China y menos que en España. Con la diferencia de que en Japón están limpios.

Japón no huele a polución, ni a basura, ni a wáteres con meados fósiles del Paleolítico. Japón huele a flores. Tiene una atmósfera limpísima, un cielo azulísimo. Katsu dice que en Fukuoka –la ciudad más grande de Kyushu y cercana a China-  ya se observa una neblina gris que dicen viene de China. Y los japoneses se quejan, pero tienen muchísimas fábricas en China que contribuyen a la contaminación, y la polución también es suya.