Monday, March 28, 2016

Mis problemas con la gente local II

Uno de los motivos que me decidieron a mudarme "al campo", en su defecto a un pueblo, fue para saborear el silencio. En Shanghái hay mucho ruido de fondo, cuando no es una cosa es otra: que si los aviones, que si los gritos de los vecinos, que si los coches, que si los televisores... Al final te acostumbras, pero el ruido está ahí haciendo mella.
Empecé a idealizar la naturaleza, no quería oír otro sonido que el canto de los pájaros, el viento que mueve la copa de los árboles, la lluvia en el tejado, el aullido del lobo... ¡Cuán equivocada estaba! No me había instalado en el pico del Aneto precisamente, sino, en la calle Mayor de un pueblo. Cuando compré la casa, ni siquiera reparé en el hecho de que había bares. "Mil habitantes", me dije para mí, esto será un remanso de paz.
Pues más bien, todo lo contrario. Es el lugar más ruidoso en el que he vivido hasta la fecha; sólo comparable -aunque diferente- a Bangkok.
La calle Mayor es el lugar del pueblo en el que se desarrolla toda la actividad. El lunes a las ocho menos cuarto de la mañana pasa el camión de la basura, imposible no oírlo. Por si has decidido darte la vuelta para conciliar un rato más el sueño, olvídate, porque a las ocho y cuarenta y cinco pasa el camión del butano.
El viernes pasan los camiones -a sólo metro y medio de mi almohada, que a veces se llevan por delante el balcón, ya fracturado- para abastecer a los comercios, todos ellos ubicados en esta calle. De madrugada descargan todo tipo de productos: pasa el de los refrescos, el del pan bimbo, el de la carne, el de la leche... Otras veces, el afilador o el tapicero, con unos altavoces y una locución que alaba sus tapizados dando vueltas por mi calle sin cesar.
Los niños berrean como si fuera la matanza del cerdo. En serio, si tuviera parentesco alguno con ellos, me preocuparía por su estado. Están siempre desaforados, al límite de algo. Y se ponen a jugar, justo en frente de mi puerta. Qué manera de gritar, me dejan pasmada. A veces, estoy en el tercer piso, en el otro ala de casa, a ver, los muros son de sesenta centímetros, y aún los oigo. Los domingos pasean con sus padres por mi calle. Los padres pasean con tranquilidad y a su lado, un par de niños fuera de sí, como de psiquiátrico, y no les causa ninguna inquietud. Y les preguntan algo, y se retuercen por el suelo, y patalean, y berrean, y todo esto sin que haya el menor conflicto, con la mayor naturalidad.
Si los niños gritan, sus mayores no hablan bajo precisamente. Oigo cada conversación en la calle desde casa, con las ventanas y contraventanas cerradas. De hecho, creo que desde que practico la higiene auricular a la usanza china, oigo mejor que nunca, como si se hubiera despertado un nuevo sentido. A veces pienso, que si pusiera una oreja en el suelo, pudiera escuchar también las conversaciones en la capital de la provincia.
Oigo cómo hablan de la casa: si la han vendido, quién la ha comprado, por cuánto la han vendido, cómo es el estado del edificio... Y todo tipo de elucubraciones, acertadas o erróneas. Cuando bajan el tono de voz, es cuando hay chicha, sólo tengo que retirarme el pelo de la oreja y oír esto también.

Tuesday, March 22, 2016

Mis problemas con la gente local I

Me apresuré a comprar la casa en un pueblo del que nada sabía. Lo más importante me parecía la casa y, ya que no iba a vivir en pleno monte, al menos, estar cerca de un entorno natural grato. Además, la calle -que no todo el pueblo- en la que estaba ubicada la casa me pareció bonita, comparada con otros pueblos requetefeos.
Cómo era la gente en este pueblo, me traía sin cuidado. De hecho, me pareció bastante civilizado, y sus gentes menos rudas que las de otros pueblos que había visitado. Pues bien, craso error...
Hace ya dos meses que vivo aquí y he hecho más enemigos -unos cuantos- que amigos -cero. No esperaba integrarme, pero no hubiera imaginado que las cosas fueran a devenir así. 
Cuando ya había comprado la casa, un amigo de mi hermano que reside en la capital de la provincia, me dijo que en este pueblo tenían fama de "raros". Pensé que por esta causa, lo mismo pasaba desapercibida. Pero, de lo que también tienen fama es de ser "los más malos de la provincia", "el peor pueblo". Esto se abstuvo de contármelo para que no tuviera prejuicios.
El primer día que entré a vivir, compré una docena de latas de cerveza para hacer hogar. Las dejé en el balcón de la cocina, ya que, aquí no hace falta frigo. También dejé una lata de anchoas. Esa noche mientras dormía, oí ruidos, pensé que alguien había entrado en la casa. Cogí mi navaja y encendí la linterna. Apliqué la oreja, y enseguida cesaron los ruidos. Al día siguiente, vi que alguien había escalado la fachada del edificio para robarme la mitad de las cervezas y la lata de anchoas. Pensé que era su manera de darme la bienvenida, la novatada, sin darle importancia.
Esta casa ha estado deshabitada durante sesenta años. Excepto, por una o dos semanas que venían a veranear los hijos cada x años. Así fue cómo me encontré con un problema: la gente aparcaba frente a mi casa bloqueando la puerta, de manera que no podía ni entrar ni salir del edificio.
No daba crédito. Una calle en la que está prohibido aparcar pero en la que todos aparcan. Entonces, voy a salir de casa pero no puedo; tengo que esperar hasta que venga el que ha dejado el coche. Que he salido a comprar y vuelvo a casa, pues tampoco puedo entrar. Alucinaba pepinillos. A la gente local le parecía normal, porque cuando la gente se acostumbra a hacer algo, les parece lo más natural.
Un día, me iba de viaje, tenía prisa. Un coche bloqueaba completamente la puerta. Daba voces cuando alguien paseaba por la calle: "¡¡Oiiiigan!! ¿¿Saben de quién es este coche??". Me decían que no. Y yo seguía esperando. Mi viaje se retrasaba e iba a llegar tarde a mi cita. Me dio un ataque de ansiedad, y si hubiera tenido un bate de beisbol le hubiera dejado el coche como nuevo. Pero por fortuna, sólo tenía un paraguas. Me lié a paraguazos con el coche, y así fue cómo consiguió oírme el farmaceútico e ir a buscar al propietario. No está en la carnicería, pues a ver si está en la panadería... tampoco. Al final, estaba en el banco. Y como todos los demás, me dice: "Lo siento", y se va. Pues no, se equivoca. La que lo siente soy yo, que llego 15 minutos tarde por su culpa. Le dije lo que pensaba con la vehemencia que me caracteriza y que no puedo evitar, más un paraguazo extra en la ventanilla de despedida. No se pueden imaginar qué mirada me echó. Si sus ojos fueran cuchillos, ya estaba muerta.
Numerosas ocasiones se ha repetido la situación, aunque las veces siguientes conté hasta diez y con éxito evité echarme sobre su cuello como un dogo argentino.
Puse una nota en la puerta -aconsejada por la gente local- que decía que vivía alguien allí y que por favor no bloquearan la entrada a la casa; pero alguien la arrancó de cuajo.
El fontanero me recomendó que dejara las puertas de casa abiertas de par en par. Lo cual me pareció una malísima idea, ya que, tengo el portal lleno de las cajas de la mudanza. Y si tengo los balcones abiertos, la música puesta, ¿no es suficiente para saber que alguien vive allí?
Parece que con el paso del tiempo se van haciendo a la idea de que no deben bloquear mi puerta, y ya, raras veces, me veo en la penosa situación.
A este, le sucedieron otros problemas de entendimiento.

Continuará...

Sunday, March 13, 2016

El gato malva

Les voy a contar otro sueño que he tenido. Si se aburren, en la entrada anterior tienen la puerta.
Había un gato blanco y lila -casi como la vaca Milka pero con pelo- muy majete, aunque mal cuidado. Parecía un gato callejero: estaba flaco, tenía parásitos. Su dueña -una camarera- y el gato, habían mostrado interés, casi fascinación por Joselito (así es como voy a llamar a un conejo -como el de la foto- que he encargado, y el cual se está demorando bastante en nacer). Le decía que podía "aceptar" que Joselito hiciera amistad con su gato, pero primero debía desparasitarlo. De lo contrario, iba a contagiar a Joselito, y por consecuencia a mí y mi casa. Pero esta camarera, aunque debía ser española, no me entendía. Ya no estaba segura qué idioma hablaba ella. Había otra gente allí, sentados en unas gradas, y escuchando nuestra conversación con atención. (Diría que eran gente del pueblo) Y esta vez lo repetía más despacio para se lo tradujeran a la dueña del gato malva. Pero, tampoco me entendían, y eso que mostraban voluntad en comprenderme.

Y aunque esto no tiene nada que ver, les voy a enseñar fotos de conejos que me gustan:
Y ahora, díganme: ¿Es o no es el conejo el Ser Supremo del Universo?

Friday, March 11, 2016

Puerta

1. Esmalte ocre brillante. Maldición.
2. Lijar puerta con lijadora eléctrica de poca monta: dos horas para un lijado muy superficial en el que casi no se ha levantado todo el brillo de la pintura. Una polvareda infernal. Nunca más.  Dicen que el soplete va bien y es ágil. El líquido decapante dicen que también es infernal, tóxico.
3. Después de lijar, lavar puerta, limpiar las tres habitaciones a las que había llegado el polvo y un buen rato poniendo cinta de pintor.
4. Tres capas para tapar la pintura marrón. Parecía que nunca iba a ser del todo blanca.
5. Ufff... Al fin. Esmalte blanco satinado.
Se tarda más en lijar y pintar una puerta que una habitación entera. Me quedan treinta puertas que pintar. Primera y última puerta que pinto. ¡A la porra!

Sunday, March 6, 2016

Bombillas

Después de mi pequeña investigación para saber qué bombillas necesito, he llegado a las siguientes conclusiones:
-Las bombillas incandescentes son las mejores, pero las que más consumen. Prohibieron su fabricación hace unos años, la importación a la Unión Europea es ilegal, pero no su posesión (si aún te quedan bombillas en casa, se entiende).
-El tubo fluorescente, que hace años era la opción "bajo consumo" de "luz fea", hoy sigue siendo barato, pero no el más barato. Y para iluminación fea, algunas bombillas LED se llevan la palma.
-Las bombillas de bajo consumo siguen teniendo un consumo bajo sin ser las más baratas. Su luz es de peor calidad y más fea que las incandescentes. El único problema es que son altamente contaminantes y peligrosas cuando se rompen. 
-Las LED, tienen un consumo muy, muy bajo. Debe haber muchas calidades y tipos de luz. Todas son dañinas para la vista.
http://www.mapfre.com/fundacion/html/revistas/seguridad/n128/es/articulo3.html
Para una iluminación general en una estancia en la que no vayamos a estar muchas horas, y queramos tener luz -por ejemplo, en una escalera- es buena idea tener LED. Por el contrario, para un flexo, la peor opción para la vista es LED.

Y mientras leía por ahí cosas, me encuentro con este documental de la noche temática de la 2 sobre la conspiración de las bombillas y me quedo de piedra:
Y por si no les apetece verlo, les hago un mini resumen: Un alemán inventa la bombilla incandescente de bajo consumo. Pero pasan de él porque en ese momento la Unión Europea -con el apoyo de Greenpeace- y los dos mayores fabricantes de bombillas (Philips y Osram) están tramando que van a prohibir las bombillas incandescentes y se van a repartir el mercado para producir bombillas de bajo consumo y forrarse. El tenaz alemán expone sus teorías, y como es muy perseverante y da más guerra de la esperada, va y se muere, "un accidente". Fabrican estas bombillas de bajo consumo que son altamente contaminantes porque al destruirlas sale gas de mercurio. Se llena Europa de millones de bombillas de estas y no hay un plan de reciclaje, ni una planta de recogida de bombillas. Y además, la mayoría de la gente, no tiene ni idea de que cuando se cae una bombilla y se rompe lo que recomiendan es: "correr lo más aprisa posible para no inhalar el gas de mercurio (reduce el coeficiente intelectual entre otras maldades)". 

Algunos links:
https://yanomiramoselcielo.wordpress.com/2015/02/23/el-peligro-de-las-bombillas-de-bajo-c onsumo/
http://www.rtve.es/television/20150304/noche-tematica-mundo-toxico/677060.shtml
http://blog.axtur.com/elegir-una-bombilla-led/
https://www.youtube.com/watch?v=xK2Xwf5HOIk

Curiosidad: hay gente que "trafica" con bombillas incandescentes en internet.

Y mi pregunta es: Si cada vez la iluminación es más barata y tenemos bombillas más mierdosas, ¿por qué las facturas no son más baratas? O mejor dicho: ¿por qué son cada vez más y más caras? Las cuartas más caras de Europa: sólo por detrás de Dinamarca, Alemania e Irlanda. Vale, estamos salvando el planeta con este bajo consumo. Quién lo diría, por cierto, pero ¿quién se beneficia de todo este ahorro? 

http://www.elmundo.es/economia/2015/10/21/562691b3e2704e7a728b4632.html

http://www.vistoenlasredes.com/twitter/que-verguenza-de-facturas-en-serio-por-sergioredondo

Saturday, March 5, 2016

Madrid III: Perrito mea maleta

Y luego dicen que los españoles no hablan inglés, ¡es mentira! A mí en Madrid me hablan todo el rato en inglés. Qué triste, debo parecer una guiri o algo. En los museos me riñen por sentarme mal, por poner el dedito en la vitrina de metacrilato, en cuyo interior hay una fotocopia. ¿Qué mal puede hacer el dedito observador? No pensaba ponerlo directamente en la obra, sólo es una vitrina. Y siempre me lo dicen en inglés.
Un galerista en ARCO me preguntó: "¿Com-pren-des el es-pa-ñol?". A lo que le contesté: "No sólo lo comprendo, sino que además lo hablo, bastante bien, diría yo".
Esperaba a B por la mañana, en una plaza desértica. Estaba absorta chateando en whatsapp cuando levanto la cabeza y ¡un perrito está meando mi maleta! Se había acercado sigiloso, como un rayo. Su dueña quería desentenderse de toda responsabilidad. Me dice: "Qué raro, si acaba de orinar. No puede ser". Pues sí que puede ser, a la prueba me remito. Le hice limpiarlo con un pañuelo. No puso mucho empeño. Acabé rociando la maleta con el botellín de agua. Por suerte, no era de tela. Justo llegó B e inmortalizó el momento.

Thursday, March 3, 2016

Madrid II: Arco

Erwin Wurm
De ARCO siempre dicen que no es innovador; unas veces dicen se ha vendido, otras, no se ha vendido nada, es la crisis. Y poco más. También hablan de tendencias, como en la moda.
Empecé yendo a ARCO de adolescente; fue cuando más me flipaba. Aún ahora, sigo pasándolo bien. Nunca he pensado que el propósito de esta feria fuera mostrar la innovación en el arte, sino, que las galerías, que no son otra cosa que tiendas, van allí a vender sus productos.
B y yo coincidimos en que no había nada fascinante, ni muy novedoso, pero que sí nos gustaron muchas cosas y fue una excursión guay.
Había bastantes obras, o un número significativo de ellas, que se relacionaban con el texto y/o la narración de alguna manera.
Bill Beckley
Daniel Chust Peters
Dora García
Ignacio Llamas
Había otras obras que jugaban con el formato del lienzo, y sobre todo con la desestructura del mismo.
John Tremblay
Keith Tyson
Melanie Smith
Con bolsas de la compra...
Miren Doiz
Mónica Bengoa
Xisco Mensua
Tonel
Richard Saltoun
Rinus Van de Velde
Ryan Brown