Monday, April 29, 2013

Milagro

¡Tolón, tolón! ¡Tolón, tolón! ¡Milagro! Este mes empecé a ir al gimnasio de nuevo. Lo decidí en Septiembre del año pasado, y un impedimento tras otro me hicieron posponerlo hasta abril. Por los clavos de Cristo que no me gusta el ejercicio, pero me estaban chirriando las articulaciones.

En mi barrio no hay de casi nada. El gimnasio antiguo no quiero ni verlo. Es muy baratito, pero si tiene capacidad para x personas, son socios 6x. Hay que hacer cola para usar una máquina, hay media hora de cola para poder ducharse, en la clase de yoga hay siempre unas 50 personas. Estiras un brazo y le das un manotazo a alguien. Pero eso no es lo peor, todas las señoras que van a clase de yoga son unas verduleras, y antes de que empiece la clase han gritado tanto, que estoy atacadita de los nervios. Y como no saben lo que es hot yoga, -o mejor dicho, no quieren gastarse una fortuna en las instalaciones- enchufan la calefacción a tope aunque sea agosto, y me mareo, y huele a pies, y a rollito de primavera, hay demasiada humanidad por metro cuadrado, en una palabra.

El gimnasio nuevo está en un edificio muy grande y bonito, de techos muy altos, especializado en yoga, pero sólo hay dos clases pequeñas. Un patio, otro patio, una terraza, dos recibidores, dos cuartos con taquillas unisex, un solo baño, una sola ducha que no funciona… O bien el edificio no fue concebido para ser un gimnasio o el arquitecto se había tomado unas copas cuando planeó la distribución del espacio. Lo de un gimnasio sin duchas, sólo se le puede ocurrir a un chino, como lo de un restaurante sin wáter o lavabo. Y una tienda enorme que vende ropa de yoga, esa ropa de yoga es tan, tan pequeña que parece ropa de niña, la talla más grande debe ser una 36. Toda esa ropa tiene en común, a parte del tamaño, que todas las camisetas se acaban donde se acaban las tetas, que normalmente sólo tiene tirante un hombro, que venden chaquetas (¿chaquetas para hacer yoga?) pero todas se acaban donde terminan las tetas. Vamos, que no hay opción alguna a llevar el estómago tapado. Mi gimnasio, aunque es bonito, no tiene casi socios, es un gimnasio fantasma. Empecé a descubrir el por qué, el primer día de clase, cuando intenté ducharme y me dijeron: “No, dúchate en tu casa”. Para ir a clase, hay que pedir hora, la clase grande, tiene capacidad para 8 alumnos, y la pequeña para 6. Llamo para pedir hora, pero, está llena y no puedo ir; o por el contrario, sólo quiero ir yo a esa hora, y si hay una sola persona se cancela la clase. Cada vez que hay vacaciones, cuando yo puedo ir, cierra el gimnasio. Empiezo a comprender por qué no hay nadie allí. Sólo espero poder gastar las clases que he comprado en el tiempo determinado, porque estoy viendo que se tienen que conjugar todos los astros para poder hacer un poco de ejercicio.

Pero es genial ir a clase con sólo 2 ó 3 personas. El profesor te puede corregir las poses, y la gente que va allí no grita como en el otro gimnasio, son normales. Una china, dada su natural fisonomía, si hace mucho yoga se puede convertir en un hombre en menos de un año, sin necesidad de cirugía. La clase que nunca se cancela es la del miércoles por la noche, porque el profesor tiene un cuerpo impresionante, algo que casi no se ve en las revistas (sobre todo en las que venden en este país), no es guapo, pero a todas se nos cae la baba. A ese chico no le va a faltar trabajo.

El otro día, sin saberlo me metí en una clase que no era de mi nivel, bajo un nombre incorrecto: Basic Ashtanga. Digo incorrecto, porque eso era cualquier cosa menos “básico”. En realidad, es la clase de yoga de nivel más avanzado a la que jamás he asistido o visionado. La profesora era la que se ha convertido en un hombre a través de la práctica intensa del yoga. Comenzó la clase, y aquello parecía aerobic. Hicieron el saludo al sol a la velocidad del rayo, normalmente es lento o normal. Volaban sobre la esterilla. Parecían karatecas en vez de inofensivas practicantes de yoga. Y eso sólo era el calentamiento, empezaron a pasarse las piernas detrás del cuello, y a dar saltos, a sostener todo el peso del cuerpo sobre un brazo, luego, sólo sobre la cabeza… Uy, uy… y duraba hora y media el harakiri. Acabé molida y sin poder hacer la mitad de los ejercicios. No hacía un esfuerzo físico tan grande desde el día que escalé un volcán. Llegué a casa endemoniada. Tiré por ahí la bicicleta y se me olvidó ponerle el candado. Fui a cortar una cata de sandía, y me corté un dedo. Me metí en la cama para ver si se recomponían los trozos del cuerpo. Y aunque había sido una clase matinal y había dormido bien, caí en un sueño profundo durante 6 horas seguidas. Esa profesora no me vuelve a ver las coletas, le tengo más miedo que al Diablo.
Nunca he sabido la diferencia entre los tipos de yoga. Así que hoy lo he buscado al fin. He de decir, que todo depende del profesor, y que todo se mezcla, y es más importante saber quién da la clase, que el título que le han puesto, pero por si sirve de algo:

-Hatha yoga: el objetivo es la meditación. Se trata de mantener la pose.

-Ashtanga (creo que también lo llaman energy o power yoga): vigoroso ejercicio, mucho movimiento.

-Flow yoga o vinyasa flow yoga: (muchos tipos de yoga pueden ser flow): se refiere al movimiento fluido entre una pose y otra, como si fuera “un baile”, en el que respiración y movimiento están sincronizados.

-Hot yoga o bikram: en una habitación aclimatada con calor y humedad, como una sauna, pero menos calor.

-Anusara: una versión americana del Hatha yoga.

-Yin yoga: es lento, con poses muy largas. Basado más en el ejercicio de articulaciones, huesos y “otras cosas” que músculos.

-Kundalini yoga: es el místico, lo que no ofrecen los gimnasios. Para meditación y armonizar los chakras.

Saturday, April 27, 2013

"Teorema"

De Pasolini, 1968. Una presencia divina, un ángel en forma de hombre de buen ver, se presenta en casa de unos burgueses. Uno por uno, seduce a todos los familiares, van cayendo rendidos a su aura. De algún modo, interviene en sus vidas y los hace sentirse mejor. Hasta que como ha llegado, se va. Entonces, cada uno sale por un lado: la madre frecuenta muchachos; el marido, decide regalar su fábrica  a los empleados y deshacerse de todo lo material; la asistenta, se vuelve mística, regresa a su pueblo, y opera milagros; la hija se queda catatónica; el hijo se hace artista.
Pasolini siempre vale la pena.
Aquí está entera, pero en italiano.

Friday, April 26, 2013

"Planet of the vampires"

Es una película de ciencia ficción ¡italiana! De 1965, de Mario Bava. Es un buen ejemplo de cómo hacer ciencia ficción sin dinero: un par de espacios en el plató y un poco de niebla artificial. El interior de la nave espacial, así como el vestuario, es entrañable; qué digo entrañable, ¡es bonito!; la trama curiosa. Es llegar al planeta de los vampiros y volverse todos majaras. Se matan entre ellos. No es mala idea. Niebla, más niebla, luces de colores, y no se han gastado un duro en hacer un monstruo, son vampiros abstractos, invisibles. Da igual, los tripulantes de la nave son suficientemente inquietantes. En el planeta de los vampiros no hay nada, se está muriendo su único sol, son almas en pena, no tienen ni cuerpo, y en que llegan los italianos, a usurparles su cuerpo para montarse en la nave e irse a la Tierra o a dónde sea. Es una peli tontita, pero se pasa un rato entretenido.
 Aquí está entera.

Wednesday, April 24, 2013

"Valentino, the last emperor"



Una peli de Matt Tyrnauer, hecha en el 2009. Bajo un título pretencioso, hay un gran documental sobre el momento previo al que Valentino deja la marca que lleva su propio nombre.
Antes pensaba que Valentino era un señor muy bronceado o muy maquillado, de traje impoluto, probablemente mala persona, que hacía fabulosos vestidos de alta costura. Ahora me cae mucho mejor, es un ser humano,  un señor rendido a la belleza.
En moda, hay gente que se come los codos de hambre, y se extingue, generalmente; otros se cubren de oro. Valentino es de los segundos, pero aún lo es mucho más Yamamoto. No importa lo fabulosa que sea la obra si no hay un plan detrás. En el documental explica, cómo al principio de los tiempos ganaban dinero por el método normal: haciendo ropa y vendiéndola, pero así no se enriquece nadie (especialmente, si hablamos de alta costura). En los 80’s empezaron a ganar mucho más dinero con el branding. Lo de poner su nombre en cualquier cosa, de gafas a perfumes. Y después, es cuando se forraron, y creo que la ropa ya no tenía nada que ver en esto. Un grupo empresarial compra parte de la marca, y cada vez tiene más parte, y aquí ya me pierdo porque yo no entiendo de estas cosas. Hasta que llega un momento en el que le quitan su propia marca, le dan la patada, son todos ricos y la ropa es lo de menos, la hace cualquiera. A Yves Saint Laurent le pasó lo mismo. Si alguien me lo quiere explicar, porque me interesa, y de verdad que no lo pillo.
Son muy disftrutables las escenas de discusión estética y de costura.
Aquí se puede ver el documental entero. Hay que tener paciencia porque los 15 primeros minutos son un poco flojos, pero va ganando.