Motor XV: La búsqueda XI

A esta casa se llegaba por una pista que, como poco, era inquietante para una conductora novata.
En el noreste de Huesca hablan catalán, de platicar con los vecinos de Lérida, digo yo.

La imagen de arriba era todo lo que se veía desde esta casa en la que tenía puestas tantas esperanzas. Las vistas eran simplemente fa-bu-lo-sas. Estaba bastante alejado de todo.

Pero la casa era una gran -720 m2- mierda pinchada en un palo. Sin ir más lejos, la fachada que daba a la vista increíble, en cuatro plantas, no tenía mas que un triste ventanuco. Todo apuntaba a que había sido la casa de unos granjeros que no tenían ningún interés en las vistas, y sí, en mantener el calor.

La mayor superficie del edificio eran cuadras. Y en general, era todo una chapuza. La altura de cada piso variaba. Pero a veces, era poco más alto que yo. Y alguien de más de metro ochenta, definitivamente, no iba a poder estar con la cabeza erguida.

Los propietarios eran una pareja mayor que la había heredado. Él decía que era autóctono del Pirineo, y recordaba siendo niño grandes cantidades de nieve por todas partes y un frío helador. Pero hacía mucho de eso. Yo flipé del calor que hacía. Hice medio viaje con las ventanillas del coche bajadas.

Además, pedían muchísimo dinero por esta casa en medio de la nada, y que más que casa, era cuadra. A ver, no es mismo un pajar que una casa con su aislamiento, sus ventanas que cierran, su instalación eléctrica y de agua, etc. Y el dueño soñaba con que un día llegaran hasta allí "los ricos que esquían" y entonces, poder vender su casa por el precio de un pisazo en Paseo de Gracia.