Thursday, December 10, 2015

Motor III: Háganse a un lado por favor

Una vez que me saqué el carnet, en menos de una semana me compré un coche de segunda mano. Y al cabo de menos de dos semanas ya me había hecho 2.000 kilómetros.
Cuando empecé a mirar coches, me quedé un poco chof, porque sólo me fijaba en su aspecto externo: bonito y barato es una combinación difícil. Dentro de las cosas accesibles, me gustaban los Jaguar de los 70's. Todo belleza. Pero tienen dos depósitos de gasolina, porque con uno solo no van ni a la vuelta de la esquina. Y si me iba a costar una fortuna de combustible dar dos vueltas, al final, no lo iba a usar nunca. Así que, me dejé aconsejar, y oigan, estoy encantada. Es que, le tengo hasta cariño al coche, nunca pensé que fuera a sentir algo así por una máquina.
Y empecé a dar vueltas por La Rioja secreta. Bueno, no es muy, muy secreta, es sólo que fui a sitios a los que no había ido antes porque no tenía coche.
El Monasterio de Valvanera está en un entorno natural de quitar el hipo. Qué buen gusto ha tenido siempre el clero buscando localizaciones. No había nadie allí. ¿No es maravilloso? Me costó lo mío encontrar a alguien que me atendiera. Había dos latinos y un cura. El cura tenía cara de ser muy mala persona, si te lo encuentras por la noche en un callejón oscuro vestido de civil te cagas por la patilla.
También había dos latinos que se encargaban del mantenimiento de las habitaciones, del restaurante. Le hacían todo el rato la pelota al cura, le decían: "Sí padre, sí padre...", y tenían cara de estar viviendo a lo grande. Como si no se creyeran su suerte. O esa fue mi impresión.
Las habitaciones son normales -no son bonitas, aunque cómodas- pero el silencio y las vistas son increíbles. El desayuno es horripilante y no lo sirven hasta las nueve. Por suerte, no cené porque me dio mal fario.
En la zona hay animales salvajes. Salen por la noche a comer, y se acuestan al amanecer. Así que, justo con las primeras luces, cogí el coche e ingenua de mi, me metí en una pista forestal esperando ver animales. Con mi poca destreza, casi sin luz, con los cristales empañados iba subiendo la pista forestal que cada vez se estrechaba más. A un lado el barranco, yo, penosa conductora con mi "L" colgando, unos socavones tremendos en la pista hechos por un todo terreno un día de lluvia...; entonces me dije: "A ver yprh, piensa lo que estás haciendo. Tú no verás ningún animal, pero los que sí van a verte son ellos cuando sonoramente te precipites por el barranco con el coche dando vueltas. Los ciervos, los jabalíes, las ardillas van a hacer corro y se van a hacer selfies junto a tu cadáver". Di la vuelta con mucha dificultad y regresé al monasterio para tomar el apestoso desayuno.
En la zona hay varias rutas de senderismo, así que me fui a hacer la ruta del Rajao, desde Tobía.
Es una ruta por hayedos, pero se había pasado el momento en que todo es rojo y amarillo. Aunque agradable, los colores del invierno no hicieron el paseo extraordinario.

4 comments:

  1. Me pareces tan valiente y tan Coixet. Me encanta que descubras la naturaleza en España. Pareces tan predispuesta a que te pasen cosas bonitas.

    ReplyDelete
    Replies
    1. Gracias. Predisposición toda, luego, lo que se encuentre.

      Delete
  2. qué cuca sin decir la marca del coche ni nada. un jaguar. por decir uno, claro.
    dos mil quilómetros en la rioja, no debe quedar rioja ya para ver.

    ReplyDelete
    Replies
    1. El jaguar es el que me gustaba, no el que compré.
      En La Rioja no, en total. Ya le contaré.

      Delete