Total, en el bus. Aparecen dos buses más. Todos van a
destinos diferentes. No sé cómo se llama mi hostal, ni la dirección, porque me
soltaron allá, y fue todo a la carrera literalmente, y me fui sin una tarjeta. Y hablo una mierda de chino. Estupendo. ¿Qué
autobús debo coger? Después de dar un buen espectáculo de extranjera tonta, una
china se levanta y dice muy decidida señalándome con el dedo: “¡Yo sé cuál es tu hostal! Te he visto bajar
a dejar la maleta”. Mi salvadora. Ella se lo explica al conductor.
Todos sacan salchichas de color rosa fosforito que pelan
como si fueran un plátano y comen en frío. Apestan. Pienso que en el hostal
debe haber algo a lo que hincarle el diente, qué hambre.
Llego al hostal. Todo el área está en obras. Pero el hostal
está lleno de clientes. Cuando subo a la habitación está sucia. Son las cinco
de la tarde y aún no han limpiado la habitación.
Voy a
ver qué hay de cenar. Paso a la cocina. Me dice el cocinero: “Hay patata, pimiento, un trocito de cerdo y
cebolla. ¿Qué quieres?”. No parece muy alentador el panorama. Pues, ¿qué
voy a querer cenar? Lo que haya. El arroz tiene mal sabor, tiene un sabor
extraño a mal rollo. Qué raro. Subo a la habitación, no hay calefacción, hay un
edredón más bien fino y por la noche vamos a estar a varios grados bajo cero.
Pido más ropa de cama. Me dan un edredón sucio para ponerlo por encima. Es eso
o nada. Finalmente: un secador de pelo, es la ocasión dorada de quitarme la
tierra del pelo. No sale agua caliente del grifo. Vaya. Vuelvo a intentarlo con
más fe. Ahora ya no sale agua del grifo, ni caliente ni fría. Una araña digna
de salir en una página doble, a todo color, del National Geographic sale a escena y me dice: “Esto es una vergüenza. Te han cobrado 220 yuanes y después de un
cansado día en la montaña llegas y la habitación está sucia, te dan un edredón
sucio, no hay agua… ¿Y qué me dices de esa cena? ¡Ja! Menudo sablazo. Y te
están vendiendo esos mini botellines de agua a cinco yuanes. ¿No ves que se
están riendo de ti? Mira chavala, si yo fuera tú bajaba y linchaba al dueño de
esta pocilga. ¡Hazlo!”. Otra araña de pensamiento radical. Le explico que la
violencia no es una opción en el entendimiento entre culturas.
Tener un blog ahora es rarisimo, como tener myspace...
ReplyDeletesigo tus aventuras
me pareces muy valiente y
muy calculadora con el dinero
yo lo perderia todo el primer dia
hasta la paciencia
Sí, es una rareza total. Como si tuvieras un problema y necesitases un blog, o algo así. Ja, ja.
DeleteGracias por lo de valiente.
Antes no era así con el dinero. China me ha vuelto así. En Europa te dicen que algo vale "100" y te lo crees, te crees que lo vale y no queda otra que pagarlo si lo quieres. En China, a menudo, las cosas valen todo lo que estés dispuesto a dejarte quitar. Y si te dejas, te puede salir por un ojo de la cara. Me han pedido hasta 15 euros por un café en un bar, -pero ni siquiera un bar guay, un bar super cutre, y encima estoy segura que era un café malísimo-, escrito en la carta.
Mi paciencia es un hilo muy, muy fino... ahora mismo.
Tener un blog ya está pasado de moda, ¿no? Jaja! Somos unas antiguas.
ReplyDeleteHay chorrocientas Shangrilás porque el nombre es famoso, ¿no escribió alguien un libro diciendo que era el paraíso en la tierra? por eso todos quieren llamarse shangrila, para atraer a los turistas...
vaya! vuelve uno a reengancharse y le dicen que el blog está pasado de moda... pues vaya chasco.
ReplyDeletequé cosa la de los múltiples shangrilas...
a ver si me vuelvo a poner en lo que me tengo que poner, yprh. no deje el blog eh!!!!
Pero Tolya, qué le importan a ud las modas, si ud. abraza las páginas amarillentas de enciclopedia y a los ajedrecistas rusos.
Deleteoye me borras los coments que fuerte!!! Aquí hay censura como los chinos pero tuya ...
ReplyDeleteQue no te he borrado nada!!
DeleteEspera, ¿dónde pusiste el comment de 1 globo, 2 globos?