Cuando llegué a la estación ya tenía el mal de la altitud. Más floja que el lazo de los cordones de los zapatos de un niño fui buscando alojamiento en los hoteluchos que encontraba de camino. Algunos estaban llenos, otros no alojaban a extranjeros -para poder alojar a extranjeros hay que tener un permiso especial que vale dinero. Hasta que encontré uno en el que me podía quedar.
La mujer -mucho más joven- del dueño del motelucho, era como tonta. Queda feo decirlo, pero sí. Parecía que no hubiera visto nunca a una extranjera y le hiciera ilusión. Subo a la habitación. Me tumbo en el camastro a ver si me viene la fuerza. Pero no viene, no. A los dos minutos abren la puerta de sopetón. Como lo oyen, sin llamar ni nada. Meten la llave en la cerradura y abren la puerta. Es la mujer del dueño del hostal. Nada, que pasaba por allí, y quería ver qué hacía en la habitación, venía a darme palique. Qué susto, qué mal rollo. Doy un portazo y me vuelvo a tumbar en la cama. Me doy cuenta de que hay un ruido infernal en la habitación. ¿Cómo puede haber tanto ruido en un pueblo? Voy al baño. No hay espejo. Hay un barreño en el lavabo, parece que está en siniestro total. Descubro que la ventana del baño no tiene cristal oigan. Estamos en invierno, y es un agujero en la pared por el que entra el frío y el ruido. Bajo a ver al tipo. Me dice que es la mejor habitación que tiene, y no le da la menor importancia a que no tenga cristal. Cojo la maleta y me marcho.
Parece que no hay más alojamientos en el pueblo. Litang está a 4000 m de altitud. Me estoy poniendo malísima, tremendo atontamiento y dolor de cabeza. Vuelvo al hotel en el que no tienen permiso para alojar extranjeros y les digo que no tengo donde quedarme. Dicen que igual me hacen el favor, pero ahora el precio ha subido un 30%. Simplemente porque me ven muy interesada en su hostal porque me encuentro mal. Antes no estaba tan interesada, era más barato. Ahora quiero quedarme allí, es más caro. China es así. No se desperdicia nunca una oportunidad de negocio. Después de un gran esfuerzo en el regateo consigo la habitación. Me compro dos botellas de agua y una de oxígeno y me tumbo en la cama.
Para entonces, ya llevaba 3 días viajando: avión, autobuses, moteluchos… y aún no había visto nada. Estaba indignada con el salvaje oeste.
Echo una siesta. Salgo a pasear pero camino despacio como un zombie. Cada persona que me encuentro me dice: “Hello!”. Es la hora de la cena, pero no tengo ganas de cenar. Debo estar enferma, siempre me apetece cenar. Camino 15 metros y vuelvo al motelucho.
Paso unas 20 horas en la cama y me rayo un montón, como si el cerebro no
funcionara bien. Increíble cantidad de pensamientos obsesivos. Que si esto, que
si lo otro, que si patatín, que si patatán… Que si todo lo que tengo que hacer,
que si lo que voy a hacer, que si lo de aquí y lo de más allá, de dónde
venimos, a dónde vamos, el por qué del oeste chino… Como si hubiera que
levantar Roma desde la cama del motelucho de Litang. Imposible encontrar la paz
en aquella nevera. Se me queda la nariz fosilizada.
yprh! era ayer?? pues yo pensaba que era hoy! disculpe, pero no vivo. espero que le haya gustado!
ReplyDeleteque tengas muy feliz día de después del cumpleaños y muchas felicidades de manera global!!
:)))
Bueno señor Tolya ya nos vale, es el dia 12, el dia 12 de mayo... Ya nos vale a los dos (bueno yo tengo excusa que ese dia estaba muy pa llá...)
ReplyDeleteMuchas gracias a todos. Muasssss.
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