Los agujeros negros

¿Ustedes también tienen agujeros negros en casa? Me refiero a esos puntos tenebrosos en los que converge la materia, en los que desaparecen cosas, y que por más que una recoge nunca llega a disolverlos.

Yo tengo varios. Soy bastante vaga, vale, lo reconozco, pero esto me preocupa. Tengo la sincera impresión de estar todo el día recogiendo cosas por aquí y por allá, pero los agujeros negros nunca se despejan. Tengo la casa asalvajada. Estoy por pensar que se trata de una fuerza sobrenatural que me impide despejarlos. Vamos a enumerarlos, para ver si me aproximo a alguna evidencia que de luz al caso:

El recipiente para guardar la ropa sucia. La ropa está muy cerca del contenedor, pero en vez de guardarse, se queda fuera: encima o al lado. Un misterio sin igual.

Las dos únicas sillas que tengo en casa siempre tienen cosas encima, impepinable. Cada día, cada vez que me siento, cambio las cosas de sitio. De la silla al sofá, y del sofá vuelven otra vez a la silla. Cuánto esfuerzo y qué pocos frutos.

El armario de los jerseys. Está muy alto, es normal que no lo ordene porque no llego. Pero ya ha empezado el frío, y aún no me he puesto un jersey porque no los veo, sólo veo una maraña de lana.

La paleta ya sé que sólo la limpiaré el día que siga con el dibujo abandonado, no me preocupa. Pero una mesa despejada es una necesidad, una necesidad y una utopía.

El zapatero lo compré con la finalidad de no tenerlos tirados por cualquier habitación de la casa. Pues de nada ha servido, un trasto más, y los zapatos siguen por ahí desperdigados.

El estante de la ropa de planchar es así, pero es que, ya no me cabe más, la meto con el puño para que pase al fondo.

Este mueble tonto está a la altura ideal para dejar las cosas al entrar y al salir de casa, en el fondo del fondo, no puedo ni imaginar lo que hay, grandes tesoros que perdí hace tiempo, seguramente.

Y lo raro de todo esto es que el sábado estuve recogiendo de lo lindo, hasta la fatiga física y psíquica. Las fotos son del después.