A Joselito el calor no le va nada. Ésta es su pose de yoga de desparrame de estómago por el suelo para refrescarse. Lo que más le gusta es meterse debajo del tendedero, recién tendidas las sábanas, a modo de jaima árabe.
Así que salgo al anochecer. El amanecer me gusta aún más, pero parece que es más difícil. No es el levantarse, es el conseguir poner un pie fuera de casa antes de las ocho. Hay un ángel exterminador que no me deja.
Mi trozo favorito del río es también el trozo
favorito de los naturistas. Al principio me enfadé. Voy allí a deleitarme con
la belleza de la naturaleza, y mi éxtasis estético hecho añicos, teniendo que ver a esta insistente gente en enseñarle al mundo, sus horripilantes cuerpos desnudos en comunión con la naturaleza. Aunque, quizá
también estén en su derecho a disfrutar el río a su manera. En la orilla del río no
nudista están las familias con niños que gritan espeluznantemente, y nadie duda
de su derecho ni un momento.
Cuando había sequía, los lugareños -que son muy religiosos- sacaban al santo del monasterio, lo bajaban a hombros hasta la orilla del río y amenazaban con tirarlo a esa misma poza si no mediaba para que lloviera.
Para que veáis qué carácter gasta la gente por estos lares.
copón, sacan al santo a modo de amenaza al propio santo... gente recia.
ReplyDeleteme ha gustado la serie de conversaciones robadas.
tiene que buscarse amigos o algo. a poco que la vean pasear con alguien, revoluciona al pueblo.
A mí tampoco me gusta el calor. Lo único que mola del verano (en España) es que hay vacaciones. Aquí ni eso.
ReplyDelete