Una señora a
otra.
-Primera señora: "Oye, ¿de qué color es tu
vestido?".
-Segunda señora:
(No contesta)
-Primera señora: "¿De qué color es tu vestido?"
-Segunda señora:
(Silencio)
-Primera señora:
(Con agresividad y gritando) "¡¿No
me oyes?! ¡Te estoy preguntando de qué color es tu vestido!".
(Por los clavos
de Cristo, ya quiero saber de qué color es su vestido. No entiendo esos
silencios a una pregunta tan elemental. Me levanto de la silla y me asomo por
la ventana para ver de qué color es su vestido)
-Segunda señora:
(Enfadada, balbucea) "¡Qu-qu-qué más
da de qué color es mi vestido! ¡Me gusta y punto!".
(Deriva la
conversación en una pseudopelea. El vestido era de un color cuaternario, entre
el marrón y el gris. De ahí deduzco su dificultad para expresar el color. No
era simplemente marrón, tampoco pudiera decirse que fuera gris)
Otro día, llega un coche
con un remolque y aparca en la calle que sólo se puede parar cinco
minutos. Estaciona el coche de una manera que bloquea el acceso al domicilio
del vecino. Si bien es cierto que tiene la cortesía de dejar unos centímetros
para que salga el propietario de medio lado y haciendo acrobacias; también es cierto que
no puede salir. Se trata de tres personas mayores que caminan con dificultad.
Los tres están en el quicio de la puerta de su casa y ven que este tipo los ha
bloqueado. No iban a ninguna parte. Simplemente, ocupan el día saliendo y
entrando, paseando calle arriba, calle abajo. El conductor y su copiloto parecen padre e hijo, los propietarios bloqueados en su casa delante de sus
narices van de los setenta y pico a los ochenta y pico.
Estos últimos se
manifiestan tímidamente:
-"Oooye... has dejado el coche de una manera que no
podemos salir...".
Una persona
normal, se hubiera metido en el coche y lo hubiera desplazado un par de metros
para bloquear un portal cuyo inquilino no esté presente. Pero, sin embargo, ¿qué hicieron?
-El conductor cincuentón: "¿Qué pasa? ¿Es que es tuya también la
acera?"
-Los setentones: "Pues no. Pero hombre, ¿no ves que no
podemos salir de casa?"
-El cincuentón:
(Alzando la voz) "¡Tengo derecho a
parar! ¡Sólo voy a hacer un recado!"
-Los setentones:
(Cabreados) "¡Pues aparca en otro
sitio que está la calle vacía!"
-El cincuentón:
(A gritos) "¡Cabrón, que eres un
cabrón!"
-El setentón: (Indignado) "¡Y
tú un bobo!"
-El cincuentón
(Pasa por el costadillo del coche y lo agarra con violencia de la camisa
haciendo amago de elevarlo del suelo. Todo apuntaba a que le iba a zurrar, pero finalmente, lo suelta y le dice a la señora de más de
ochenta años que no había abierto la boca): "Puta".
-La octogenaria: "Puta, tu madre".
El cincuentón y
su copiloto mudo se montan en el coche y se van sin hacer el recado de muy mal gas.
Qué situación tan
violenta y mal rollera de rebeldes -de edad avanzada- sin causa.
Qué maleducado el cincuentón...
ReplyDeleteY tu mirando tan pancha; así va el mundo!!!;(
ReplyDeletequé final...
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