Una docena de tigres sueltos con cara de aburrimiento echados en un camino. Un autobús pasa cada cinco minutos lleno de chinos gritando y haciendo fotos. A los que están en jaulas, los chinos les echan una de esas salchichas radioactivas que pelan y se comen en cualquier momento del día; que estarán hechas de cualquier cosa menos de carne.
Se puede comprar una gallina viva, o un pato, o un faisán, o una cabra o una vaca, y
lanzárselos desde el mirador para ver cómo lo cazan.
Los chinos –las verdaderas fieras- observan la estampa entre
rejas.
El parque está a pocos kilómetros de Harbin. Ahora mismo no recuerdo, quizá unos 30. ¿Cómo se puede montar una reserva de nada a tan poca distancia de una ciudad grande y contaminada?
No había visto nunca tigres de cerca; supongo que cuando fui
una vez al zoo de Barcelona, hace tantos años que no recuerdo; y me parecieron
más perros grandes, que felinos.
Oiga, pues sí, los pobres parecen presos con sus trajes de rayas; y tampoco me importaría que los dejaran libres, aunque no se sepa donde, por ellos y por las gallinas, los patos, los faisanes, las vacas... Es todo estremecedor. Un saludo.
ReplyDeletegatos grandes. ¿pero van sueltos de verdad? al ver la foto pensé que era otra cosa, pero si dice que van sueltos... ¿y no son peligrosos ni nada? no sé. si los dejan libres... mucho me temo que acabarían adornando el salón de algún ricacho.
ReplyDeleteque penica. Tuve una sensación similar en el sur de Tailandia con lo de los elefantes... Hay gente que no tiene alma.
ReplyDeleteSí, sigo vivo y viudo.