Y luego dicen que los españoles no hablan inglés, ¡es mentira! A mí en
Madrid me hablan todo el rato en inglés. Qué triste, debo parecer una guiri o
algo. En los museos me riñen por sentarme mal, por poner el dedito en la
vitrina de metacrilato, en cuyo interior hay una fotocopia. ¿Qué mal puede
hacer el dedito observador? No pensaba ponerlo directamente en la obra, sólo es
una vitrina. Y siempre me lo dicen en inglés.
Un galerista en ARCO me preguntó: "¿Com-pren-des el
es-pa-ñol?". A lo que le contesté: "No sólo lo comprendo, sino
que además lo hablo, bastante bien, diría yo".
Esperaba a B por la mañana, en una plaza desértica. Estaba absorta chateando
en whatsapp cuando levanto la cabeza y ¡un perrito está meando mi maleta!
Se había acercado sigiloso, como un rayo. Su dueña quería desentenderse de toda
responsabilidad. Me dice: "Qué raro, si acaba de orinar. No puede
ser". Pues sí que puede ser, a la prueba me remito. Le hice limpiarlo
con un pañuelo. No puso mucho empeño. Acabé rociando la maleta con el botellín
de agua. Por suerte, no era de tela. Justo llegó B e inmortalizó el momento.
¡¡Qué perrito más marrano!!
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