La meseta Hardangervidda fue un antiguo glaciar y hoy en día
es la meseta-montaña de 1700 m de altitud más grande de Europa que alberga el
mayor número de renos salvajes del mundo. Desde hace un tiempo, no sé qué tienen
las montañas que me hacen delirar. Las alturas, el aire limpio, la luz, los
ruidos no urbanos, los colores… nada me flipa más actualmente. El paisaje
volcánico y los paisajes “pelados”, verlo todo desde la altura y estar tan cerca del cielo. Alucino yo
solita.
Rjukan abajo
Antes de empezar a subir había un termómetro que marcaba los
8 grados. Un gusto en verano. Hice el recorrido fácil. Había rutas más bonitas,
pero eran recorridos difíciles y largos, de unos 30 km. Una hazaña imposible
para mí en un día –soy la
paseante de montañas más lenta del mundo, cuando entro en trance no me muevo más rápido que un bailarín de Butoh-, y no quería que me comieran los lobos por la noche. Si es
que había lobos.
De vez
en cuando, me encontraba una casita por ahí perdida. Qué envidia me daban sus
inquilinos. Pero qué aterradora me parecía también la idea de vivir allí
permanentemente.
De lo
que más me acuerdo cuando veo mis fotos es del aire que entraba por mi nariz y
el viento en la cara.
Di
muchas vueltas por Noruega -el ansia del turista- y finalmente, me apenó no
haber estado más en la naturaleza que es lo más grandioso que tienen en ese
país.El refugio-cafetería, una terraza con una vista de quitar el hipo.
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