Noruega: Desde el tren I

Llegar y salir de Rjukan no fue fácil. Noruega tiene un excelente servicio de transporte público, pero, miren al mapa: todo son isletas o montañas. No hay quien trace un recorrido sencillo. Para continuar mi viaje tuve que volver a Oslo –marcha atrás- para coger el tren, después de dos autobuses. Esto es así porque en Noruega no vive nadie. Los billetes de autobús no se compran por adelantado, sino al subir al bus. Y yo estaba todo el rato con el síndrome chino de: “¡Ay, me voy a quedar sin billete!”, ningún noruego comprendía mi inquietud. Luego ya vi que allí no se acaban los billetes nunca. Algún trayecto lo hicimos sólo dos personas en el bus y nunca vi uno llenarse. Más que un negocio, el transporte público parece ser un servicio.

Cuando compré el billete en la máquina de la estación, le pregunté a alguien que estaba haciendo cola si era posible que fuera tan caro, si no era un error informático, pellízcame para saber que no estoy soñando, en una palabra. Desafortunadamente, ese era su precio. Un disgusto de precio de billete de tren. Eso sí, no me arrepiento, el tren Oslo-Bergen hace un recorrido por unos paisajes de fábula.

Aunque todo el paisaje fue genial, cuando llegamos a las cercanías de Finse, se me empezó a caer la baba. Finse, es la zona más elevada por la que pasa el tren durante todo el recorrido, a unos 1200 m de altura. Y cuando paramos, estuve en un tris de saltar del tren, porque había un lago muy bonito y alquilaban bicicletas, y nada me apetecía más en el mundo en ese momento. Pero como el billete me había costado una fortuna, no pensaba tirarlo y comprarme otro.

En póstumas investigaciones, he visto que en Finse se rodó parte de La Guerra de las Galaxias, concretamente, las escenas que corresponden al Planeta Hoth (El planeta helado). Y los fans de la película, a veces, se dirigen allí a hacer el mongui.

Otra cabaña en la que me imaginé viviendo, sólo por un momento, claro.