En casa

Fue el concierto de Bonny, el Requiem de Mozart. Han estado ensayando durante meses pero sólo actuarán una vez. Ciento y pico con el coro. Aunque el teatro estaba lleno, no han tenido que sacar ni para pipas. Fue muy bonito. Soy muy quisquillosa con los cantantes, pero lo hicieron muy bien. El bajo me encantó, ¿cómo se puede cantar tan bajo con la voz de grillo que yo tengo?  y la soprano también me gustó mucho.  El tenor no. Pero para ser todos chinos, una maravilla. Figúrense, cantando en latín, y cómo daban el pego. Una cosa es cantar y otra cosa es cantar una ópera china, por ejemplo. Era la Shanghai Baroque Chamber Orchestra, que son chinos y occidentales. Bonny siempre está tocando por ahí, para olvidar que es profesora. Pero en China, con la música clásica no se gana ni para un bol de arroz. Yo creo que en Alemania será diferente.

Me he puesto a plan. Pero estamos en plena temporada del lichi, el mangostín y el durián. Pocas cosas me gustan tanto como estas frutas. Los chinos dicen que “dan mucho calor”, o lo que es lo mismo, que tienen azúcar por un tubo.

Mi planta de tomates españoles va viento en popa, está casi tan alta como yo. Y hasta ha echado flores.

Tengo un arbolito de mango. Le clavé unos palillos al hueso -como se hace con el aguacate- y lo puse en agua. Empezó a echar muchas raíces, y finalmente una hojita. Lo metí en un tiesto y parece que ha agarrado.

Tengo un catarro monumental del aire acondicionado. Es un vicio, pero como todos los vicios, peligroso.