(Continúa)
Habían
pasado los meses sin que E supiera nada del extranjero. Cuando el otro día, a
las dos de la mañana, suena el teléfono:
-Extranjero:
“Hola, soy yo. ¿Me acompañas a robar uno de mis coches a mi propia casa?”.
-E:
“¿Cómo dices?”.
-Extranjero:
“Sí, que necesito un coche, estoy harto de coger taxis, y están todos aparcados
en mi casa, donde vive mi mujer. Me da miedo ir solo”.
-E:
(Flipado. Porque no sabe de él desde hace mucho, y ni siquiera sabía que estuviera
casado o le gustaran las mujeres) “Pues no, no te acompaño. Es que, mañana
trabajo y me levanto a las seis y media”.
E
vuelve a quedar con el extranjero. Esta vez aparece en un Bmw y le cuenta la siguiente historia.
Sus
padres, empresarios, querían extender su negocio en China. Hace casi veinte
años que le enviaron a este país, y amplió el negocio familiar exitosamente.
Estaban ganando mucho, mucho, mucho dinero. Conoció a una joven china y
empezaron a salir. Una joven de origen muy humilde. Al cabo de unos meses se quedó embarazada. Él
no comprendió la situación porque había sido muy cuidadoso. Cuando examinó los
condones restantes, se percató de que habían sido perforados con agujas. Una
práctica común entre las chinas y japonesas, para obligar a comprometerse a los
novios indecisos (por lo que me van contando últimamente). Se lo tomó como un
tema cultural: la importancia del matrimonio. Así que se casó, al fin y al cabo
era su novia, y ese iba a ser su hijo.
Una
vez casados, ya no era la joven china “sumisa” (esto es una fantasía
occidental, los asiáticos, son cualquier cosa menos sumisos) e inocente que
había conocido. Era una mujer ambiciosa: quiero esto, quiero lo otro y tú haces
lo que digo yo. En fin, ¿por qué no satisfacerla si se puede? Pero nada era
suficiente para ella, era un agujero negro. Él se decía, pero, si antes con lo
que ella ganaba casi no le llegaba para comer, ¿por qué ahora me exige coches,
Louis vuittones, joyas… de una manera tan feroz?
Ella
enfermó y durante un año estuvo inhabilitada. Iba en una silla de ruedas y él
era su enfermero, la cuidaba con esmero. Pero cuando se recuperó, en vez de
estar agradecida, tenía cada vez más necesidades y peor carácter. Hubo un
conflicto de personalidades, porque el extranjero había sido educado en el
trabajo duro y la austeridad. Al extranjero, no le gusta tirar el dinero, no
entendía la locura del lujo asiático. Vivían en una casa de cuatro plantas en
la Concesión Francesa, tenían varios coches, ella tenía un armario casi paralelo
al de París Hilton. No era suficiente. Cada día le gustaba menos su mujer, y empezó
a no acostarse con ella; simplemente, porque no le apetecía. Ella le echaba en
cara que no cumplía con “su labor” de marido.
Empezó
a encontrarse mal. Creía que tenía alergias y que ya se lo miraría cuando fuera
a Occidente. Cada día estaba peor. Fue al médico, pero no tenía alergia a nada.
El médico le dijo que alguien lo estaba envenenando. (Cuando lo vi, lo primero
que pensé es que estaba enfermo, porque tenía un color blancuzco azulado). Le preguntó
a su mujer: “Cariño, ¿me estás envenenando?”. Y ella le dijo: “¡¡Te voy a matarrrr!!
¡Desgraciadooooo, que no me das dinero!”. El extranjero buscó un abogado. Le
dijeron que si su mujer lo quiere matar es un asunto conyugal que la pareja
debe resolver, y la ley no puede hacer nada.
Poco
tiempo después, vio que había unos agujeros gordísimos en el capital de la
empresa. Descubrió que su mujer había falsificado su firma, iniciado una nueva
compañía sin informarle, y moviendo el dinero de la empresa de él a la suya
propia. Vamos, que lo ha desplumado.
Se
dirigió a la ley, y le dijeron lo mismo, que si firma su mujer por él tiene
casi la misma validez que si firma él. Se encontró con que China no es Occidente,
y legalmente, está atado de pies y manos.
Al
final se fue de casa porque la situación era insostenible, y a juzgar por los
comentarios de E, porque estaba hecho polvo. Alquiló un apartamento para
esconderse, reponerse y pensar qué hacer. Mientras, sigue recibiendo amenazas
de muerte de su mujer y lo más doloroso, mensajes de su hija –su
madre le ha lavado el cerebro- que dicen: “¡Papá cabrón! ¡Nos has abandonado y te
has llevado las tarjetas de crédito!”.
Y
es en este período de aislamiento que decidió probar suerte con los hombres
para ver si le iba mejor que con las mujeres, y conoció a E. E tiene un olfato
infalible para los expedientes X. E pregunta: “¿Tú crees que yo puedo ser feliz
con alguien que tiene tantos problemas?”.
Como no hay foto (obviamente), pongo estas que pueden hacer las veces, de Wendi Deng y su sweet heart.
http://gawker.com/5926705/it-was-like-a-war-zone-a-former-nanny-for-rupert-murdoch-and-wendi-deng-speaks-out
http://shanghaiist.com/2013/06/14/true_love_is_dead_rupert_murdoch_divorcing_wendi_deng.php
menuda bruja. hay que tener un cuidado... y firmar los acuerdos prematrimoniales esos. no se ha divorciado?
ReplyDeleteY por cierto, yo creo que si cuando descubre lo del envenenamiento va a la policía con un certificado del médico a la tía la trincan, diga lo que diga el abogado ese.
Occidente esta aburridísimo, ni los Papas son lo mismo
ReplyDeleteeso si la historia me recuerda a Mario y Alaska pero al revés.
uy, la foto de abajo qué miedo da.
ReplyDeletevaya con el encanto oriental. qué carácter y qué expeditiva. si no sigues por la línea, te mato, pero te mato matado y te plumo plumado y si eso le preguntas a esos señores de ahí quién lleva razón. vaya cagada de vida. ahora, la solución drástica 'pruebo con los hombres...', hombre, algo de mar de fondo habría, digo yo...
Jaja que fotos mira que eres jili jojo!! Que bueno
ReplyDeleteExtranjero la ha cagao bien