Así que, cacé a Pepito y lo metí en la jaula con su nuevo amigo: Capitán. Los miré durante más de media hora, y nada, no se dijeron hola ni nada, se ignoraron completamente.
Al día siguiente, esto es todo lo que quedaba de Pepito. Qué pena y qué pena. Qué ignorante y qué ignorante.
Por lo visto, hasta los grillos que no son de pelea son muy violentos. Con lo bien que me llevaba yo con Pepito. Habíamos llegado a un entendimiento insecto-humano que nunca antes hubiera creído posible.
¿Cómo voy a querer a Capitán después de haberme arrebatado a
Pepito?
ay la virgen. ay. lo de la mantis religiosa que se comía a sus destos... ¿no era algo parecido? no sé. qué muerte tan así. ya me imagino a Pepito cuando la vio llegar con Capitán... pensando... no me lo meta en la jaula, no me lo meta en la jaula... y zas.
ReplyDeletecapitán da cangui.
Oh! Dios!!!!!
ReplyDeleteNo esperaba que la historia acabase así...
Los grillos son violentos! En adelante los miraré de otro modo. Comprendo su resentimiento, pero no hay que ser tan rencorosa, madame. Igual tuvo un buen motivo, qué sé yo. Habría que escuchar su versión.
ReplyDeleteBisous
ay dios mío!!! canibalismo grillil!!!!!!!!!!!!!!!
ReplyDeleteYa estoy en la oficina rodeada de chinos!!
El fondo de mi blog es una plantilla de esas que te dan para elegir, sí. Mis talentos artísticos son más bien escasos así que nada de hacerla yo...