Tuesday, February 14, 2012

La breve vida de Pepito



Las casitas de hueso que compré en Xian le quedaban pequeñas a Pepito. Así que, al final lo tenía suelto. Los primeros días los pasaba pululando por su residencia de verano y jardines. Luego, ya no era suficiente para él y se hizo explorador. Cada día subía más alto. Le alargaba el palo de la escoba y lo bajaba para comerse su media haba de soja diaria. Hasta que se instaló en lo alto de las cortinas, junto a la calefacción y me costaba la tira cazarlo. Si no lo veía enseguida, le ponía a Raphael, y él solito se delataba cantando.

Finalmente me dije, ¿qué sentido tiene tener una mascota si nunca la veo?

2 comments:

  1. Vaya, madame, veo que al final ha acabado usted rebotada por aquí, de lo cual me alegro un montón.
    Bienvenida a blogger!

    Bisous

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  2. yprh, vamos aterrizando poco a poco.
    no se ven las fotos grandes ni ná aquí. vaya cambio.
    recuerdo haberle dicho en otro lado que vaya con el Pepito raphaelómano...

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