En el trayecto de Yading a Daocheng el chaval chino me contó
que era nadador profesional. Eso lo explicaba casi todo, por eso se le veía tan
bien constituido. Decía: “Nadar es lo más
fácil del mundo. No hay que hacer ningún esfuerzo. El cuerpo se mueve solo en
el agua”. Interesante punto de vista que no comparto. Un apasionado del
deporte en general. Intentaba darme conversación sobre baloncesto, fútbol… De
verdad… En la misma furgoneta iban los que escuchaban una canción mientras
miraban el pico de la montaña y un suizo. Al suizo lo llamaban “el señor mayor”
pero sólo porque tenía canas (En China las canas son un tabú. Me lo explicó mi
profesor de chino en Bcn hace mil años: “Tener
canas significa: ‘no vale para trabajar’”. El tenía lo menos 60 años y el
pelo teñido de un negro ala de cuervo. En realidad, “el señor mayor” era el
único montañero profesional. Se había tomado un año sabático y llevaba meses subiendo
montañas: Nepal, Tibet, Yunnan, Sichuan… Y no tenía mal de altitud ni nada de
eso.
Cuando llegamos a Daocheng nos quedamos todos en el mismo
hostal. Otro antro que no tenía ni botellas de agua... Pero los dueños del
hostal eran majos y hablaban un poquito de inglés. Me fui a cenar con el
nadador. Él hablaba de lo caro que era comer en Daocheng. De esto ya hablé en
el episodio “Daocheng I”. Bueno, caro para lo que es China. Más que caro,
diría que no tienen de nada. Y me acordaba de aquel lunch de comida reciclada y
pensaba lo mala idea que sería buscar el lugar más barato. Prefería que el
chaval –con su dominio del idioma chino- buscase el mejor sitio para cenar, pero
no hubo manera de convencerlo. Era un chino de provincias y era muy humillante
para él que una mujer le invitase. Así fue cómo acabamos en un restaurante
mugriento tomando una cena realmente asquerosa. En vez de tres tenedores, yo le
hubiera dibujado tres cabezas de rata en la fachada.
Me estaba hablando y no le escuchaba –que si el baloncesto…que
si aprender inglés ¡La Virgen qué tostón de conversación!- pero era bonito de
mirar. Cuando llegamos al hostal nos despedimos. Al rato vino a mi habitación.
Se quitó la camisa, se sentó en la cama y me dijo mirándose a los pies: “Estoy muy sucio”. Era un niño muy bonito.
Tenía un cuerpo maravilloso. Fue una sorpresa. A ver, no es que a mí me falten
encantos, pero yo también estaba muy sucia. Tenía el pelo lleno de tierra, los
dos caños de la nariz taponados con dos mocos de sangre seca desde hacía días
por los que cazaba el poco oxígeno que había como podía, olía como un jabalí,
estaba molida, me levantaba dentro de cinco horas para ir al aeropuerto y seguía
teniendo una hemorragia tremenda. Decidimos posponerlo y quedar dentro de tres
días en Chengdu.
Que interesante se esta poniendo...
ReplyDelete¿¿Hay fotos del guapo sin camisa?? :D
ReplyDeleteoiga, oiga, que se despista uno un par de días y se pone esto tórrido... y sucio.
ReplyDeleteSerás tonta!!! Más vale cuerpazo guarrito en cama que ciento volandoooo... Que sucio ni que sucio... A la cochiquera de cabezaaaa!!!!
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