Sigo subiendo la montaña, muy lentamente, pasito a
pasito. Hace más de una hora u hora y
media que no me cruzo ni a una sola persona. Cuando de pronto veo a un tibetano
"medio salvaje", me perdonen la fea expresión. Un autóctono, para entendernos.
Es muy grande y corpulento, y parece subir la montaña sin el más mínimo
esfuerzo. A mí me cuesta respirar. Parece que el autóctono no haya visto nunca
a alguien como yo, me mira con mucha extrañeza. Se detiene y me mira fijamente durante
demasiado tiempo. Jo, qué miedo. No hay nadie en la zona. Ni siquiera va por el
camino, aparece y desaparece, se confunde con el entorno. Sigo subiendo la
montaña, porque ya he ido demasiado lejos para deshacer el camino en un
momento. Ya no lo veo. Qué bien. Cojo un palo por si acaso. No tengo ni fuerza
para llevar el palo, voy de lo más arrastrada. Y de pronto ¡ahí está de nuevo!
En medio del camino con los ojos muy abiertos. ¡Diosssssss qué cague! ¡Pero qué
cague! Me mira como si no entendiera lo que está viendo. Yo también me detengo.
¿Me dejará pasar? Oigo voces, unos chinos se acercan, estoy salvada. Desde entonces, no me despego de ellos, son
dos chinos y una china.
Parece que no voy a llegar nunca. El paisaje ha cambiado,
ahora es muy bonito… y siniestro. Sopla mucho viento frío. Es inhóspito y
fascinante.
Lo del fondo es Xiannari, el pico más alto de las tres
montañas sagradas en la zona de Daocheng, con una altitud de 6.032 metros. Las
alturas son tan mágicas. Es tan bonito y tan extraño todo allí.
Objetivo alcanzado.
Cualquier dia comienzas a escalar...
ReplyDeleteJajajajjjaaja...Si no veas la mala pinta que hago arrastrándome por las montañas.
Deleteunas fotos tremendas, yprh
ReplyDeleteMuy amable, gracias.
DeleteCuántos kilómetros andaste? yo creo que hubiera muerto...
ReplyDeletea ver si en el gimnasio me pongo en forma, jaja.
No lo sé. Nada estaba indicado. Iba muy, muy despacio, y creo que tardé en ir y volver algo así como 5 horas. En las alturas no se rinde nada, una pena, tan bonito.
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