Monday, October 27, 2014

Provincia de Jiangxi: Jingdezhen VIII


Toda la ciudad es un mercado que se extiende hasta el infinito. ¿Cómo puede haber tanta gente que viva de la cerámica en una misma ciudad? Es un misterio para mí. Jo, algunos ceramistas siguen haciendo lo mismo que el año pasado, exactamente la misma cosi-cosa. Habrán dado con la clave de algo que se vende y venga producir lo mismo, qué aburrimiento. Una tipa a la que le compré el año pasado me reconoce, me hace ilusión y todo. No hay demasiados extranjeros en Jingdezhen. Yo no me acordaba de su cara, pero sí de sus cerámicas. En cuanto se va la luz empiezan a cerrar todo, para las cuatro o las cinco de la tarde. Todavía no es de noche, pero la cerámica sólo se ve con mucha luz.
Me tomo una cena horrenda en un restaurante en el que la gente hace cola para sentarse. Pienso que si es de esos que dan número de turno, igual hay algo bueno, pues no lo hay claro, es Jingdezhen. Lo que hay es un millón de niños insoportables en el restaurante, trepando  por los sofás, gritando a pleno pulmón, corriendo a toda mecha y en grupo (casi banda armada porque uno lleva un palo que sacude en el aire con poco autocontrol). Sus padres pasan de todo. El ruido es ensordecedor. Qué stresssss.  Pienso en lo inhóspita que es China y lo espantoso de la situación: millones de chinos de los horrendos, gritones, medio-analfabetos… reproduciéndose sin parar. Esto pasará factura en el futuro.
Agotadísima me voy al hostal. Pienso, ala, qué bien, ¡a dormir!, y así mañana me levanto a las seis para ir bien descansada a la feria. No se me han ni cerrado los ojos y empieza un concierto de éxitos del rock and roll de hace 40 años, justo debajo de mi almohada. Tate, esos son los americanos cincuentones que vinieron de Shanghái conmigo en el avión y se alojan en este hostal. Buah, cantando canciones de los Rolling Stones trasnochadas y sin ninguna gracia, y a pleno volumen, qué tortura. Por la tarde en el bar del hostal uno intentó el eye contact para iniciar conversación y salí escopeteada. Tabarra de concierto intentando dormir. Finalmente, se acaba, qué alivio me digo. Y justo entonces, empieza otro. ¡Resulta que eran los teloneros! Ahora ha empezado un concierto de Trash. Canta una china, y por el tono se debe estar cagando en todo el caolín de Jingdezhen. El público se anima.  Yo comprendo la fiesta, pero a ver, me levanté a las cinco y media de la mañana, estuve todo el día zapateando, es más de la una de la mañana , y me quiero levantar a las seis. Acabo  conciliando el sueño. Por poco rato, una hora o así. Entonces, alguien llama a mi puerta como sólo llaman los chinos a la puerta. Como si la fueran a tirar abajo, como si fuera una redada de la policía, como si el edificio estuviera en llamas, como si el Cartel de Medellín fuera a empezar un tiroteo... Son las tres de la mañana, si no fuera porque estoy en deshabillé, abro, pero abro para matar al que esté al otro lado de la puerta. Diosssss, qué gentuza llamar así a mi puerta a las 3 de la mañana. Tres horitas después suena mi despertador. Le cuento a las tipas de abajo que no he pegado ojo, ya sé que les importa un bledo, pero se lo cuento. Y me dicen que el que llamó de madrugada a mi puerta era el que había vivido durante mucho tiempo en mi habitación. Se pensaba que sus cosas seguían allí y quería hacer la mudanza a las tres en punto de la mañana.  Tenía que haberle abierto la puerta, sacarle los ojos y tirarlos por el wáter. 
Miren qué cuchillos cerámicos tan majos me compré aquel día.


5 comments:

  1. Jajaja secundo totalmente la moción de los ojos. ¿Qué clase de gilipollas llama a una puerta a las tres de la mañana? Me alucina la poquísima empatía que tiene el chino estereotipo. Son incapaces de pensar que lo que hacen puede molestar a otra persona, o lo saben y les da exactamente igual. No sé qué es peor.

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    1. A mí también me sorprende. Creo que les da exactamente igual si molestan o no. Ayer, un chino debajo de mi portal se puso a lanzar cohetes a las 6. Ya sé que para ellos es hora de estar despiertos, pero yo me levantaba a las 6.45 y me robaron 45 minutos de sueño.

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  2. qué bien. habla de sacar ojos e inmediatamente nos enseña los cuchillos. tenga cuidado, yprh.

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    1. Yo no he de tener cuidado, tengo cuchillos... Los que llaman a la puerta de madrugada deberían...

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  3. En Madrid o Barcelona no estar despierto a las 3 de la mañana es casi imposible. Entre la movida y el turismo.

    Menudo palizón la feria. Ahora no seria capaz de hacer cosas así.

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