Hacía ya
seis meses que había encargado un conejo rex blanco con ojos azules en la
tienda de animales más grande de Logroño. [En España se venden conejos enanos
como mascota, es algo -creo- relativamente nuevo. Yo quería un conejo más grande. No hay una tradición de
conejos como en Estados Unidos, Inglaterra, Francia o Suiza.] Y seguían dándome
largas. No me decían que no tenían, sólo que era difícil. Ninguno de los
empleados sabe lo que es un conejo rex. Después de ir cien veces, uno lo miró
en Google por curiosidad. Ya era la señora loca que quería un conejo blanco con
ojos azules. Después de preguntar aquí y allá en internet, llegué a la
conclusión de que no venden conejos rex en España (sí mini rex), aunque,
desgraciadamente, son los que están en las granjas de pieles; éstos y los de
angora.
Me puse a
elegir otro conejo más fácil de conseguir aquí. Después de mucho cavilar, me decidí
por un leonado de Borgoña. En España hay muy pocos. Sin embargo, en Francia hay
muchísimos. Estaba más cerca de Francia que de los vendedores españoles. Así
fue cómo hice una excursión a la costa vasca francesa.
Qué
encantador me pareció todo. Por primera vez pensé: "Jo, qué majos son los franceses". Nunca antes se me
había ocurrido tal cosa. Me pareció que aquello era la vie en rose, y sería fantástico tratar con gente así
en el día a día, gente educada, que no alza la voz, que incluso sonríe...
Muchas veces he tratado con franceses, y por primera vez en la vida me parecían:
simplemente encantadores. Sin duda pensé que se debía al contraste con mi
actual entorno, que es más bien áspero, hostil. Debe ser el clima que afecta
al ser humano, me dije. Aunque, sin ir más lejos, la última vez que estuve en
Logroño pensé: "Qué dulce es la
gente en los comercios, qué trato tan amable...". Y hace un tiempo, me
hubiera partido el pecho de la risa con tal afirmación.
En la playa
de San Juan de Luz no había nadie. Hacía una temperatura maravillosa, pero sólo
unas intrépidas ancianas se bañaban. Pareciera que allí no trabaja nadie y se
vive de lo que la naturaleza provee.
Contacté con
varios vendedores de conejos y al final me decidí a visitar al que contestaba
al teléfono. En las afueras de Urrugne había unas casas maravillosas, con su
jardín... una paz, se palpaba bienestar y calidad de vida. [Carajo, y yo me he
ido a vivir a la calle más ruidosa de un pueblo chiflado...]
Un señor de
mediana edad tenía conejos, gallinas, gatos y patos. Unos pocos de cada.
Demasiados para ser mascotas, pocos para sacar un rendimiento económico. Vivía
con su madre, una señora muy mayor que me enseñó sus bordados con forma de
lauburu, sus plantas.
Buah, cuando
vi los conejos casi me caigo de culo. ¡No sabéis los tesoros que allí tenía!
Una vez tuvo un conejo que ganó el primer premio de la fauve de Borgoña más bella en Francia. Los tenía separados por
sexo y edad. No quise preguntar, pero me temo que se los comen. Se supone es
el conejo de mejor carne. Sin embargo, se notaba que el tipo los quería un
montón.
La
diferencia fundamental entre los ingleses y los franceses, es que, los primeros
están más por el conejo ornamental, y los estándares de belleza en concursos ponderan
un peso menor. Sin embargo, los franceses, lo mismo los exhiben por su belleza
que se los comen, y les gustan más los conejos gorditos.
Fueron nueve hermanos, cuatro machos y cinco hembras.
Arriba los machos a los dos meses y medio de edad. Me llevé a Joselito, el tercero
por la izquierda, el segundo por la derecha.
¡¡Joselito es el conejo más guapo del mundo!!
ReplyDeleteY esa zona de Francia parece super bonita. Nunca he estado.
Pensaba que sólo me lo parecía a mí...Ja, ja.
DeletePues es un viaje muy grato. Te recomiendo: San Sebastián-San Juan de Luz-Biarritz-Bayona
Está todo muy cerca.