Tuesday, May 15, 2012

Fin de semana de cumpleaños II

La amiga de M lleva 5 años en Pekín, y dice que se quiere ir a Europa para tener calidad de vida. Y que si los chinos bli, que si los chinos bla. Y vamos, lo de siempre, que los extranjeros ligan mucho con las chinas, pero las extranjeras con los chinos, no. Es que, a las chinas todo lo que suena a dinerito las fascina. No tienen una idea romántica del amor, sino, del bienestar material. Su amante, su novio, su marido, el padre de sus hijos, puede ser cualquiera que tenga más dinero que ellas. Por otro lado, a los chinos, las extranjeras les asustan. Demasiao carácter, demasiao cuerpo, demasiada iniciativa, demasiados años, más dinero que ellos, el fumeque, el beber, la independencia... Hace no mucho leí un artículo en ‘That’s Shanghai’ que decía que los shanghaineses estaban buscando esposas en el interior de China, porque las shanghainesas ya no les gustan. En China, tienen fama de mujeres de negocios, mucho más independientes que las de las provincias, y vamos, que hacen lo que les pica. Todos estos cambios en apenas 15 años resultan indigeribles para muchos chinos. No impondrán su criterio o expresarán su opinión abiertamente, como un árabe o un latino; simplemente, no existes para ellos.
Claro, que siempre hay excepciones, hay extranjeras y extranjeras. A algunas las mandas a Marte, y allí: las micro bacterias, los pedruscos, el nitrógeno… pues triunfando entre las micro bacterias.
 Al día siguiente, después de comer con Cristóbal me fui al mercado de piezas y cosas relacionadas con la costura y al mercado textil. A veces, pasan dos meses sin ir, pero lo normal es que vaya fin de semana sí, fin de semana no. Casi nadie os dirá esto, pero para mí, estos son dos de los lugares más emocionantes de la ciudad. No importa las veces que haya ido, siempre descubro algo nuevo. Me llevé a casa unas telas más, y cosas diversas para hacer experimentos de acolchado.

1 comment:

  1. pues vaya panorama. así que las shangainesas han pasado a ser casi 'extranjeras'. y encima los chinos sin poder poner el grito en el cielo ni hacer alardes, ni machistear en el bar...
    cuando mi madre me llevaba de pequeño al sitio donde vendían las telas, me quedaba como en un nirvana. qué paz.

    ReplyDelete