No
hice muchas fotos en Catania, no sé por qué no me resultó nada exótica. Me
recordó a Barcelona. Y de hecho, si tuviera que elegir un lugar para vivir en
Sicilia, este sería Catania. Hasta pensé en la posibilidad de volver y en seis
meses aprender italiano. El italiano se entiende T-O-D-O. En las películas de
Fellini se entiende el 60%, pero en la calle se entiende todo y si hablas
despacio, los sicilianos comprenden el español de maravilla. En la excursión al
volcán conocí a dos españolas, haciendo un máster en Messina y estudiando
italiano, que estaban encantadas de la vida. Pensé que estaría bien hablar un
idioma más, pero lo cierto, es que no me hace falta hablar italiano para nada.
Y si se me ocurrió eso, es por lo frustrante que es el chino.
Catania
es una ciudad portuaria pequeña, pero lo suficientemente grande como para no
ser aburrida. Se ve viva.
Me
quedé en una pensión muy céntrica (cerca de la catedral), muy limpia, y me pareció bien
en general. Se puede regatear el precio de la habitación.
El
mercado del pescado está muy animado. Hay varios restaurantes en la zona. Me
recomendaron Osteria Antica Marina y me gustó
mucho. Salen a comprar el pescado al momento. Quería una sopa de pescado y me sacaron esto:
Esto es una Zuppa di pesce en Sicilia. Da igual, estaba muy bueno. Pero tenía que haber pedido el menú desgustación.
Por
la noche, todos los restaurantes de “cosi-cosa grasienta siciliana” (=ese es el
auténtico plato siciliano) estaban sin una sola silla libre. Y allí mismo, un
restaurante biológico, bonito y agradable, completamente vacío. Entro. Hay lo
que está escrito en la pizarra. El chef, dueño y camarero del restaurante me
pregunta si me prepara un platillo con un poco de cada cosa por un precio muy
razonable. Le digo que vale. Le pregunto por la carta de bebidas porque tiene
un montón de botellas a la vista. Dice que no tiene. Bueno, pues quiero una
cerveza. Sale de la cocina para preguntarme si como pescado. Le digo que sí.
Una pregunta normal, pienso, a un restaurante biológico irá gente vegetariana.
Cuando llega la cuenta, vale 3 veces lo que ha dicho. Toma, que toma, que toma:
cerveza biológica de 5 euros. Y el plato de pescado, es un plato más que me ha
cobrado. Y si me llega a preguntar si me gusta la leche, y la lechuga, y la
carne, y los huevos, y yo respondo que sí, me saca cuatro platos más. Le digo
que esto que ha hecho se llama: engañar al cliente. Lo entiende enseguida, y
decide no cobrarme el pescado. La quinoa y la caponata, estaban muy ricas. La
pasta integral, es un invento del demonio.
Vaya recorrido gastronómico tia!
ReplyDeletequé bueno parece todo... pero los italianos... al final te la clavan por algún sitio. ninguna foto del cosi-cosa grasienta?
ReplyDeleteYa puse foto del arancini, y por otro lado panarras chorreantes de aceite...
DeleteQue manía tienen los catalanes a los italianos joojo
ReplyDelete¿sí? no sabía yo eso.
Deletesi esa anécdota del restaurante vegetariano te llega a pasar en china no sé yo si hubieras podido irte sin pagar lo que te reclamaban jajaja :P
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