Temerarias amas de casa tienden la ropa en los cables eléctricos:
Sofisticado algodón de azúcar:
Ópera de Pekín amateur en la plaza un día festivo:
No quise pisar la playa para que no me entrara arena en los zapatos. Lo que más venden en la playa son palas. Algunos adultos no dudaron en enterrarse vestidos. Una de las cosas que les gusta hacer a los mayores es cavar hoyos muy profundos, como si quisieran desaparecer, o simplemente, estar solos en la playa.
Estas imágenes de la playa con tanta gente, me recuerdan a las pinturas de Pieter Bruegel que describen un día de ocio en la vida de los lugareños.
Instrucciones para utilizar el ascensor:
Hagamos un buen uso del ascensor: no acabe este invento, que ha sido ideado para hacer la vida más cómoda, en una tragedia. Si tiras de tu hijo de una cuerda cuando entras en el ascensor, atención que esta no mida más de 5 metros, pulses el botón del ascensor, tú dentro, el niño fuera, tienes la cuerda bien cogida, como si fuera el cordón umbilical, el ascensor desciende, tu niño estrangulado con el moflete aplastado contra las puertas del ascensor cerrado. No quieras demandar a la fábrica de ascensores, que ya hemos avisado en este cartel cómo hacer un buen uso. Y si en vez de un niño es tu mascota, es menos serio, pero cuidado con la cuerda, mejor que no sea demasiado larga.
Con la Reina del ferry:
M dice que los chinos tienen mucha necesidad de expresarse, por eso todos los aloes están grabados. Del mismo modo, los árboles o los bares están llenos de notas con mensajes.
Muchos restaurantes han tenido una inspección sanitaria en China. Les cuelgan un cartel con el resultado: A (cara verde que ríe) está limpio, B (cara amarilla que sonríe pero sin enseñar dientes) está normal-guarro, C (cara roja de la vegüenza) está sucio. En Shanghái los restaurantes famosos y hoteles de 5 estrellas tienen la cara B, excepto el Starbucks y mi colegio que tienen la A. En Xiamen, todos, todos los restaurantes tenían la C. A mí me darían ganas de cerrar el negocio, e intentarlo de nuevo en otro barrio donde no me conozcan, con más jabón y lejía, antes de tener un cartel colgado que diga que soy una guarra.