Había un trozo de carretera naturalmente imantado. Apagas el motor del coche, y a pesar de que la carretera está ligeramente cuesta arriba, el coche avanza -él solito- 15-20 metros.
En otro lugar había una fuente de agua subterránea. ¡Pero
qué agua! Al primer trago, lo primero que pensé, fue: “Esto es exactamente lo
que me gustaría beber cuando voy a un bar. Ni cafeses, ni cócteles ni tónicas”.
Era agua carbonatada, y estaba un poco salada, y no sé qué tenía, que estaba
riquísima y daba un subidón, un frescor, un bienestar y una alegría, que no
puedo explicar. Vaya tragos largos que echamos. Mi amiga se llevó rellena una
botella para luego. Pero ese agua es como la Cenicienta, cuando ha pasado un
rato ya no se puede beber. Se van las burbujas, se pone marrón, huele a metal,
y dicen, que es mala para la salud.
Gente que va a la fuente a llenar el termo y echar tragos de agua
Dice
internet: “According to the identification made by experts from the
Heilongjiang Science and Technology Organization and the Hydrology Office of
Ministry of National Electric Power Water Resources: Wudalianchi mineral water
is a heavy magnesium calcium carbonate based cold spring containing iron,
silica, strontium, bromine, iodine, zinc, cobalt and other trace elements
beneficial to human health, which is China’s rare precious natural
mineral water, and can be developed and used as drinking water as well as health
care medical water".
También hay sitios en los que bañarse pero no conseguimos
saber dónde. Con el taxista –entregado en su labor de guía turístico- tuvimos
no una, sino muchas escenas de absurdo chino. Nada más empezar el viaje, el
traductor electrónico que me había comprado para estos menesteres dejó de
funcionar para siempre. No se llegó ni a acabar la batería. Bueno, pues, ¿cómo
se dice “balneario”, “agua medicinal en la que bañarse” en chino? ¡Y yo qué sé!
Le conté de mil maneras que queríamos sumergirnos en agua como la de la fuente.
A lo que me miró raro, raro, raro. Nos acabó llevando a la piscina del pueblo
en la que estaban chapoteando los niños. Entonces, le dije que queríamos un
masaje. Pensé que en un sitio de la relevancia de Wudalianchi, donde hay baños
medicinales habría masajes. Pues no.
Nos llevó a un edificio desconchado en el que no había
nadie. En el vestíbulo, había una anciana milenaria cuyo pecho le llegaba al
ombligo. Corrí la cortinilla, y en un sótano sin ventilación, sucio, lleno de
humedad y mal aura, había una rusa en una camilla y una china con cara de pocos
amigos la estaba embadurnando de barro. Del mismo barro que había comprado el
día anterior en forma de mascarilla y que casi me tengo que arrancar la piel a
tiras para retirar el producto. Salimos escopeteadas.
El taxista, sin entender qué demonios queríamos, nos llevó a
otro edificio primo-hermano del anterior. Otro sótano lúgubre en el que no
había nadie, con una especie de bañeras con tres dedos de agua estancada: el reino
de los hongos y las bacterias. Desistimos de tomar un baño.
vaya, pues con lo bien que pintaba el viaje, cómo se ha ido enfangando...
ReplyDeletey ese agua tan buena, ¿cuando te la bebes y cae al estómago se convierte en la misma porquería? (ya sé que el texto en inglés debe decir algo al respecto, pero 'me se confunden' las palabras).
pd. me ha salido un comentario suyo en el correo, pero no me sale en el blog. qué mundo este.
No se puede ir de "ixtrangera finolis" mucho pides mucho pides
ReplyDeleteYa lo sé, ya. Pero si una es finolis, es finolis.
DeleteOye, podías estrenar tu blog con alguna foto de las vacaciones, así me entero de qué has hecho.