Saturday, March 21, 2015

Japón: Tokio III: El mercado del pescado II

Desafortunadamente, no pude ver la subasta de atunes que tanta ilusión me hacía. En enero está cerrada al público porque la navidad, y lo que sigue, es uno de los momentos del año en los que más faena tienen y, los turistas ocupan un lugar en el espacio.
Del atún, como del cerdo, se aprovecha todo. Me flipa cómo han llegado al universo de las virutas de atún: más finas que el papel cebolla para dar sabor a los platos...
Abajo ballena.
En el exterior del mercado hay numerosos restaurantes y puestos de tapas de pescado. Es todo buenísimo y se me hizo barato. A decir verdad, Tokio no es nada caro. Un billete de metro es más barato que en España, y un botellín de agua también; el estar en la calle no es caro como en otras ciudades. Los alquileres sí que son muy caros (sólo algo más baratos que en Londres), y los pisos, según tengo entendido, los compran en tres generaciones. Es decir, en vez de heredar un piso, heredas una hipoteca que empezó a pagar tu abuelo, y que acabarás de pagar al final de tu vida.
Lo que sí tienen son cosas de un lujo extremo, o al menos, así consideradas. Los japoneses son muy clasistas, y en las sociedades en las que la gente gusta de diferenciarse de los demás, existe el lujo para recordarles: "Tú y yo, estamos a un nivel muy distinto". Esas que luego salen en la tele en España, y la gente se queda con la cosa de que Japón es carísimo.
Redundando en el tema. En la misma zona había varias tiendas de platos, platillos y cuencos baratos. Menaje feo, pero feo-feo, ni buen gusto japonés ni leches. Vi a una americana loca cargada de bolsas. Me miró a los ojos y me dijo (al ver una cara occidental que pudiera comprenderla): "¡Aaaaaagghhh, qué barato es todo! ¡¡Me voy a comprar tooooodo el país!!".
Aunque soy de buen diente y el sushi me encanta, no es mi preferencia para desayunar. Pero oigan, ya he cumplido mi sueño de desayunar en el Tsukiji.
Un sushi, bien, pero normalito-normalito. El no saber. Había otro restaurante por el que pasé después, donde la cola daba la vuelta a la esquina. Ese debía ser el sitio.
Cuando vi "Jiro dreams of sushi", me pareció casi una necesidad ir al restaurante de Jiro antes de que se retire. Pero, bien pensado... 300 euracos...
Una de las muchas calles de tapas.
Tapas de pescado al grill. Abajo, atún.
Esto de abajo, creo que es carne de las vacas a las que les dan masajes para que estén muy relajadas y tengan una carne blanda y con grasa. (Pero no se lo puedo asegurar porque no sé leer)
En la foto de abajo, pueden ver la expresión que tiene la gente en la cara en el planeta perfecto Tokio:
En Tokio la gente ni vislumbra lo que es la felicidad. Una ostra al grill. A mí me pareció muy rica. Esta pareja, es como el resto que me encontré, parecen muy amables, están todo el rato diciendo: "Aligató-Aligató" mientras hacen una reverencia de agradecimiento o respeto. Pero te ponen una cara, que en realidad te están diciendo: "Me cagüen tus muertos". Me sorprendió cómo crucificaban con la mirada al vendedor de ostras. Debía estar haciendo algo imperfecto. No hay quien dé gusto a los japoneses. Tienen tantas normas sociales. Los estándares son tan elevados. La vida allí es como una coreografía, y ¡ay, como des un mal paso! Quizá estaba separando la carne de la concha de un modo que no era el mejor, quizá la manera en que estaba sujetando la ostra o sosteniendo el cuchillo, no era del máximo y más deseado respeto... Ya les iré contando más cosas de estas, porque salí aterrorizada de Japón y su intransigencia.

Thursday, March 19, 2015

Japón: Tokio II: El mercado del pescado I

Sólo por ir al mercado del pescado ya vale la pena ir a Tokio. El Tsukiji, es el mercado de pescado más grande del mundo, ocupando una superficie de 230.836 m². Abajo una vista aérea:
Es una preciosa preciosidad, con un pescado espectacular y un movimiento frenético.
Locos conductores en carros motorizados se mueven a la velocidad del rayo por un mercado oscuro.
A las 5 empieza la subasta, a las 9 ya cierran, a las 11 o por ahí, ya cierran los restaurantes que están fuera del mercado.
Este pulpo era por lo menos el del sueño de la mujer del pescador...
 
Siempre estás en medio. No es como ir a la pescadería. Mueven cajas enteras de pescado en mini carros a gran velocidad. Los restaurantes van a comprar con mini neveras. Todo el mundo parece tener una prisa loca.
Qué pena que no haya un pescado tan bueno y tan barato en China. Y que te comas las cosas con miedo, pensando: ¿Será de río contaminado? ¿Serán éstas gambas del desagüe inmundo de toda la mierda de la ciudad? O que simplemente, llegues a casa y te des cuenta de que te han metido algo podrido, y te sale más caro el taxi y el tiempo del viaje que tirarlo a la basura y olvidar el tema. Y no vuelves a comer de ese pescado -salmón- en un año, sólo del recuerdo del olor del trozo de salmón podrido, junto al salmón fresco. O cuando oyes que un compañero de trabajo -cómo caen los americanos- está ausente a trabajar porque se intoxicó ayer con sushi viejo.

Tuesday, March 17, 2015

Japón: Tokio I

En mi viaje a Tokio cumplí dos de mis muchos sueños acariciados durante largo tiempo: ver una representación de Kabuki e ir a desayunar al mercado del pescado.
Y aún con todo, me he desencantado de Tokio. Desde España, Tokio suena guay, pero agárrense a la silla porque, pese a su cielo azul, es bastante terrorífico.
Esto no es la sabana africana, sino el centro de Tokio. Lo que rodea al Palacio Imperial.
Un jardín impoluto, en el que cada hierba mide exactamente los mismos milímetros que la de más allí. Ya quisiera encontrar yo un peluquero tan habilidoso con las tijeras como este jardinero.
Por supuesto, no puede pisarse, y casi, hay que guardar una distancia de un metro, como cuando se observa un cuadro de un siglo pasado en el museo.
Tokio es un planeta perfecto. En el que pese a tener 13 millones de habitantes, se respira como si estuvieras en el campo, hay unos niveles de ruido muy bajos, está impoluto y todo funciona bien.
Pero, si es tan perfecto, ¿por qué se suicida tanta gente?
Cartel en el metro. No leo japonés, pero creo que viene a decir: Si ves que alguien ha saltado a la vía, toca el timbre antes de que el tren pase por encima y lo despedace. ¿No?
Marta me contó que cuando alguien se suicida, la gente en vez de preguntarse por qué lo ha hecho o sentir compasión, dicen: ¡Qué egoísta! ¡Ya se podía haber suicidado de otra manera! Ahora vamos a llegar a trabajar todos tarde por su culpa hasta que retiren el cuerpo. Cuando, tirarse al metro, no es como lanzarse al mar, o despeñarse de una montaña. Es de cierto mal gusto, es decirle a la sociedad: Mirar qué harto me tenéis que he llegado a este extremo, y además, lo voy a hacer delante vuestro. ¡Aquí os dejo el pastel!
Tan organizados están los japoneses que hasta tienen lugares destinados para ello. El destino más popular, es el bosque Aokigahara. Este vídeo lo explica muy bien:
Uno de los motivos principales parece ser el no encajar en una sociedad tan exigente. Se puede no encajar de muchas maneras, la principal quizá sea quedarse sin trabajo. En Japón el paro dura escasos meses. Y es muy fácil pasar de perfecto burgués a sin techo. Es tal el tabú de ser parado, que los hombres no se lo dicen a sus mujeres, y siguen actuando como si fueran a trabajar cada día, saliendo a la misma hora con su maletín y regresando a las mil. Hasta que la cosa no da para más, y ellos mismos abandonan el hogar sin decir una palabra. Se reclutan en una calle destinada a los sin techo; llena de cámaras de vigilancia porque la sociedad tiene miedo de los desempleados. 
Este otro vídeo es de niños suicidas:

Friday, March 13, 2015

Hong Kong XIII: La isla Lantau II

En el oeste de la isla Lantau está Tai O, un curioso pueblo de pescadores.  Refugio de piratas durante varios siglos.
Venden varios tipos de pescado seco.
Sólo probé lo del medio, huevos secos a la parrilla. Y qué quieren que les diga, sólo me viene a la cabeza: serrín con sabor a mar.
También lo llaman "La Venecia de Hong Kong", como a otros pueblos de China que tienen canales. Pero, probablemente lo llaman así, porque nunca han estado en Venecia. Yo tampoco, pero he visto fotos.
Lo característico de Tai O son unas casas precarias que emergen del agua sobre zancos. Parece que en cualquier momento se puedan ir abajo. No me digan cómo se les ocurrió tal idea. ¿Para pescar desde la terraza? ¿Para llegar al barco de un salto?
Y no se lo pierdan. Por un lado miran al mar, por el otro a tierra. Y si por un lado tienen zancos, por el otro son casitas de hojalata.
Qué chulo cuando la naturaleza se apodera de la ciudad... Cómo siempre es al revés.
La isla Lantau es uno de los sitios desde los que se pueden observar delfines chinos blancos. Están siempre ahí. Me encantó verlos saltar. Bueno, con esta foto, seguro que los del National Geographic reclaman mis servicios inmediatamente, pero se la dejo a uds. en primicia.
Detalle:
No sólo hay delfines blancos, sino también rosas, pero estos no se ven siempre. Aquí una foto de delfín rosa de Tai O.
Y así es como ven el pueblo sus habitantes:
Lo guay del arte es que las cosas son exactamente como uno quiere.