Desafortunadamente, no pude ver la subasta de atunes que tanta ilusión me hacía. En enero está cerrada al público porque la navidad, y lo que sigue, es uno de los momentos del año en los que más faena tienen y, los turistas ocupan un lugar en el espacio.
Del atún, como del cerdo, se aprovecha todo. Me flipa cómo han llegado al universo de las virutas de atún: más finas que el papel cebolla para dar sabor a los platos...
Abajo ballena.
En el exterior del mercado hay numerosos restaurantes y puestos de tapas de pescado. Es todo buenísimo y se me hizo barato. A decir verdad, Tokio no es nada caro. Un billete de metro es más barato que en España, y un botellín de agua también; el estar en la calle no es caro como en otras ciudades. Los alquileres sí que son muy caros (sólo algo más baratos que en Londres), y los pisos, según tengo entendido, los compran en tres generaciones. Es decir, en vez de heredar un piso, heredas una hipoteca que empezó a pagar tu abuelo, y que acabarás de pagar al final de tu vida.
Lo que sí tienen son cosas de un lujo extremo, o al menos, así consideradas. Los japoneses son muy clasistas, y en las sociedades en las que la gente gusta de diferenciarse de los demás, existe el lujo para recordarles: "Tú y yo, estamos a un nivel muy distinto". Esas que luego salen en la tele en España, y la gente se queda con la cosa de que Japón es carísimo.Redundando en el tema. En la misma zona había varias tiendas de platos, platillos y cuencos baratos. Menaje feo, pero feo-feo, ni buen gusto japonés ni leches. Vi a una americana loca cargada de bolsas. Me miró a los ojos y me dijo (al ver una cara occidental que pudiera comprenderla): "¡Aaaaaagghhh, qué barato es todo! ¡¡Me voy a comprar tooooodo el país!!".
Aunque soy de buen diente y el sushi me encanta, no es mi preferencia para desayunar. Pero oigan, ya he cumplido mi sueño de desayunar en el Tsukiji.
Un sushi, bien, pero normalito-normalito. El no saber. Había otro restaurante por el que pasé después, donde la cola daba la vuelta a la esquina. Ese debía ser el sitio.
Cuando vi "Jiro dreams of sushi", me pareció casi una necesidad ir al restaurante de Jiro antes de que se retire. Pero, bien pensado... 300 euracos...
Una de las muchas calles de tapas.
Tapas de pescado al grill. Abajo, atún.
Esto de abajo, creo que es carne de las vacas a las que les dan masajes para que estén muy relajadas y tengan una carne blanda y con grasa. (Pero no se lo puedo asegurar porque no sé leer)
En la foto de abajo, pueden ver la expresión que tiene la gente en la cara en el planeta perfecto Tokio:
En Tokio la gente ni vislumbra lo que es la felicidad. Una ostra al grill. A mí me pareció muy rica. Esta pareja, es como el resto que me encontré, parecen muy amables, están todo el rato diciendo: "Aligató-Aligató" mientras hacen una reverencia de agradecimiento o respeto. Pero te ponen una cara, que en realidad te están diciendo: "Me cagüen tus muertos". Me sorprendió cómo crucificaban con la mirada al vendedor de ostras. Debía estar haciendo algo imperfecto. No hay quien dé gusto a los japoneses. Tienen tantas normas sociales. Los estándares son tan elevados. La vida allí es como una coreografía, y ¡ay, como des un mal paso! Quizá estaba separando la carne de la concha de un modo que no era el mejor, quizá la manera en que estaba sujetando la ostra o sosteniendo el cuchillo, no era del máximo y más deseado respeto... Ya les iré contando más cosas de estas, porque salí aterrorizada de Japón y su intransigencia.