El primer hostal, aunque era muy cuco, estaba un poco
apartado. Tan apartado estaba, que ningún taxista, ningún habitante de Puerto Princesa
sabía dónde estaba. Es más, ni los que allí vivían supieron ubicarlo en el
mapa.
Asi que, al día siguiente me mudé a la céntrica pensión Gallardo.
Céntrica y decente, ya que anuncia a bombo y platillo que no alquilan
habitaciones por horas. Y bueno, las sábanas de Spiderman... qué ocurrencia.
Es curioso cómo unos países están limpios y otros sucios, y
no tiene que ver con su desarrollo. Por ejemplo: los ingleses son sucios, los
tailandeses son limpios, los franceses son sucios, los españoles son limpios, los
chinos son sucios, los filipinos son limpios. Un amigo mío tenía una teoría que
decía que la limpieza -'el horror
pulcritudis' decía él- estaba asociada al sentimiento de culpa, y es una
cosa cristiana. En este caso, se puede aplicar su teoría, ya que, los filipinos
son mega-ultra religiosos, demasiado incluso. Los chinos los aniquilarían por
fanáticos, porque tanta vehemencia es una ideología, y una ideología es un
enemigo del Partido.
En Puerto Princesa no hay gran cosa, pero está bien porque a
penas te cruzas un turista. Gente de allí haciendo su vida, edificios de
colorines, cuatro calles, la oficina de correos, dos mercados.
El centro ciudad es un cruce donde están los bancos y los Fast Food, que al parecer causa furor entre sus habitantes. Llama la atención que el aeropuerto no está en las afueras sino en el centro ciudad. Ver para creer. Sin embargo, la estación de autobuses está a un buen puñado de kilómetros.
El centro ciudad es un cruce donde están los bancos y los Fast Food, que al parecer causa furor entre sus habitantes. Llama la atención que el aeropuerto no está en las afueras sino en el centro ciudad. Ver para creer. Sin embargo, la estación de autobuses está a un buen puñado de kilómetros.