Friday, April 27, 2012

Filipinas: Palawan: Puerto Princesa I

Puerto Princesa es la capital de Palawan. Se supone que no tiene ningún interés, pero para mí -que me gustan las ciudades- fue un reposo volver a la civilización después de las aventuras marinas.
El primer hostal, aunque era muy cuco, estaba un poco apartado. Tan apartado estaba, que ningún taxista, ningún habitante de Puerto Princesa sabía dónde estaba. Es más, ni los que allí vivían supieron ubicarlo en el mapa.
Asi que, al día siguiente me mudé a la céntrica pensión Gallardo. Céntrica y decente, ya que anuncia a bombo y platillo que no alquilan habitaciones por horas. Y bueno, las sábanas de Spiderman... qué ocurrencia.
Es curioso cómo unos países están limpios y otros sucios, y no tiene que ver con su desarrollo. Por ejemplo: los ingleses son sucios, los tailandeses son limpios, los franceses son sucios, los españoles son limpios, los chinos son sucios, los filipinos son limpios. Un amigo mío tenía una teoría que decía que la limpieza -'el horror pulcritudis' decía él- estaba asociada al sentimiento de culpa, y es una cosa cristiana. En este caso, se puede aplicar su teoría, ya que, los filipinos son mega-ultra religiosos, demasiado incluso. Los chinos los aniquilarían por fanáticos, porque tanta vehemencia es una ideología, y una ideología es un enemigo del Partido.
En Puerto Princesa no hay gran cosa, pero está bien porque a penas te cruzas un turista. Gente de allí haciendo su vida, edificios de colorines, cuatro calles, la oficina de correos, dos mercados.
El centro ciudad es un cruce donde están los bancos y los Fast Food, que al parecer causa furor entre sus habitantes. Llama la atención que el aeropuerto no está en las afueras sino en el centro ciudad. Ver para creer. Sin embargo, la estación de autobuses está a un buen puñado de kilómetros.
En Semana Santa estaba todo cerrado y la gente caminaba con velas en comitiva. Los seguí un rato, hasta que me cansé.

Monday, April 23, 2012

Filipinas: Palawan: El Nido II

En Filipinas hay turismo: sexual, de tumbarse en la playa o de deportes acuáticos. No encajo en ninguno de los tres perfiles.
Al día siguiente me monté en un barco con ocho personas más que iba al archipiélago de Bacuit, de isla en isla. En realidad no sabía bien a lo que iba, y allí me enteré. Vaya si me enteré. Nos llevaron a lugares maravillosos, pero no esperaban de nosotros que fuéramos meros espectadores. Se detenía el barco y los pasajeros empezaban a saltar del barco como peces. Se ponían las gafas y, hasta allí nadando, luego, media vuelta por allá. Yo, con las gafas de buceo, sin las gafas de ver, no veo una mierda, y no pensé en traer las lentillas. En la primera parada le pegué una patada a una roca y casi me quedo sin pie. El dedo gordo lo llevé vendado una semana. Me picaron toda clase de bichos: mosquitos, pulgas de agua, y unos bichos invisibles. Me dijeron el nombre en inglés y no estoy segura de lo que son: “noos”, creo que unas medusas no perceptibles al ojo humano, que pican que flipas.
Bueno, muy bonito todo, de verdad, pero nos montamos en el barco y otra vez, que dicen que saltemos. La última vez que me bañé en el mar creo que fue en el 2004, en Sant Feliu. A ver, yo disto mucho del perfil de atleta olímpica. El agua no es mi medio, el aire tampoco. Yo soy del interior, tierra, ladrillo, asfalto. Al principio estaba encantada, pero estuvimos en ese barco saltando y nadando diez horas seguidas y creía que me iba a morir.  Oye, eran todos unos deportistas de élite, paraba el barco y se iban nadando mar adentro hasta que ya no los veía, y buceando y la leche. Me miraban raro, raro, raro. Y yo, bajaba por las escaleritas –después del pie lastimado, no me iba a tirar de cabeza, por si había otra roca esperándome- primero un pie, luego el otro, a ver, que viene la ola, ¡chof! 
Lo que es más, me abrasé la espalda. Ahora es verano en Filipinas, y el sol es un suplicio. Llevaba protección 50 pero no extendí bien la crema en la espalda, y al cabo de seis horas la tenía en carne viva. Me vestí para protegerme del sol. Y ya, nadando con camiseta, aún me miraban más raro los atletas.
Al final les decía: “Ala, que lo paséis bien, yo me quedo aquí”. “¡¿Pero cómo te vas a quedar en el barco si allí a 10 metros de profundidad hay unos peces que bla, bla, bla?!”. “Lo dicho, que lo paséis bien”. Y me eché una siesta, el barco es como la cuna.
En el Nido, lo único que se hace, es coger barcos e ir a ver los maravillosos paisajes marinos. Pero vamos, yo no pasaba otro día entero al sol ni loca. Lo de tumbarme al sol nanai; en mi habitación se estaba bien, pero tenía el mar ahí enfrente, y el ruido, uf, qué agobio. Otras actividades que proponían era escalar un acantilado. Me enseñaron una foto del lugar, es que, no sé ni cómo se atrevieron a enseñarme una foto. Una pared vertical más alta que un edificio. La tipa me dice: “Ésta excursión ya casi no la hacemos, porque hace dos años una coreana se cayó a 20 metros de altura y se mató. Pero si tienes mucho interés…”. ¿Yo?, qué va. También te enseñan a bucear, pero cada año se mueren algunos, tienes que firmar un papel que dice que si te mueres, ellos no se responsabilizan. Un amigo del Sr. X se fue a Filipinas a bucear y se murió. Corriendo fui a sacarme un billete a la capital de la isla para marcharme al día siguiente, había tenido naturaleza suficiente para un año. Tenía sed de asfalto.


Sunday, April 22, 2012

Filipinas: Palawan: El Nido I

Desplazarse en Filipinas requiere tiempo y energía.  Para ir a Palawan -que está a poco más de una hora en avión- pasé 7 horas en el aeropuerto de Manila. El vuelo se iba retrasando y retrasando, hasta que una azafata nos dijo: “Nada, que estaban intentando arreglar el avión, pero está roto-roto y van a buscar otro. Ni se sabe cuándo van a volar ustedes”.
Palawan es la isla menos turística de Filipinas, tiene unos paisajes de quitar el hipo, y aún hay un montón de playas idílicas en las que no hay absolutamente nadie.
El Nido, se comprende como la zona más espectacular; en el norte de la isla. Aguas cristalinas, cielo azul, playas de arena blanca, palmeras... Y vamos, que a mí la playa ¡plin! pero si algo es bonito, es bonito.
El Nido es un pueblo pequeño, es una playa con cuatro hostales y chiringuitos del que salir en barco a explorar distintas áreas. Casi todos los hostales están en la misma playa y es impresionante tener el mar ahí mismo. El mar –aunque a mí el mar ¡plin!- es algo bueno, definitivamente. Pero el mar hace ruido, mucho ruido, las olas son repetitivas, cansinas y estresantes. Sólo dos días después, irme de allí era cosa de vida o muerte.

Friday, April 20, 2012

Filipinas: farolas

¡Qué despliegue de fantasía son las farolas en Filipinas!
Con forma de diamante. Por la noche el tronco se ilumina con neones de diferentes colores.
Farola pavo real de bombillas y neones.
Las luces del árbol de Navidad ya no necesitan árbol, son autosuficientes.
En el tronco, bombillas con luces de colores.

Filipinas: Manila III

El Chinatown de Manila no es muy chino, es el barrio de Binondo. Es un amasijo de gente, parece que va de comprar y vender. Es donde se encuentra todo, desde ropa, mooncakes, tornillos, juguetes, conejos, zanahorias y hasta fundas de tablas de planchar. Chatarra básicamente. La ropa filipina está hecha a mala idea, más mala y más fea ni adrede.
Según tengo entendido, en Manila hay cientos de miles de sin techo. Por lo menos el tiempo acompaña. No debe ser lo mismo ser un sin techo en  Rusia que en Filipinas. Los niños que están en la calle en Manila tienen mala pinta. No es lo del gitanillo gordito con la camiseta sucia pidiendo. Es miseria auténtica, están demacrados, requemados por el sol, no parecen ni niños. Una señora saca a uno de su tienda con una patada. Luego un policía le arrea con una caña de bambú. Son varios, van en grupo. Dan ganas de echarse a llorar. Parece que la gente esté muy harta de ellos. Parece que ellos estén acostumbrados a los golpes y no sepan hacer otra cosa que pedir y robar algo aquí y allá.

Monday, April 16, 2012

Filipinas: Manila II

En Filipinas todo va despacio. Aunque, nada está demasiado lejos –al contrario que en China- se echa el día para hacer una sola cosa. Por ejemplo, cuando llegas al aeropuerto, hay una hora y media de cola para conseguir un taxi. Algunos taxis están allí aparcados, y te dicen que si no quieres hacer la cola te llevan, pero tienes que pagarles 6 veces más el precio del taxímetro.  Cuando ya consigo uno, el taxista dice que muchos no quieren trabajar porque el precio de la gasolina ha subido mucho y no sale a cuenta. Pero, a él – dice - no le gusta estar parado. Según él, se debe a su presidente que es “incapaz de organizar el país”.
Intramuros es la Manila colonial, en gran parte destruida por los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial. Es muy raro estar tan lejos de España y que tenga un aire tan español-raro. http://en.wikipedia.org/wiki/Intramuros Si a caso, recuerda a Macao, con el cielo azul, la vegetación exuberante y los elementos arquitectónicos familiares.

Friday, April 13, 2012

Filipinas: Manila I

 
Manila, en un primer vistazo, es un puticlub junto a otro puticlub salpicado de iglesias entre medio. El cielo es muy azul; los edificios son de colorines; la vegetación exuberante; el sol, implacable; los vehículos, cochecitos de feria.
Una jeepney o minibús. Todas son diferentes, personalizadas a gusto del conductor y a todo color.
Los triciclos son taxis para trayectos cortos. Los llaman triciclos, pero esto son sidecares con tejado, ¿no? Suelen tener nombre de chica: Esmeralda, Diana, Joselyn… o por el contrario, Bastard o Hallelujah.
Los filipinos son muy amables y educados. Esto llama especialmente la atención viniendo de China, donde la gente te empuja sin piedad para pasar ellos primero. Son como de otra época, tiempos de damas y caballeros. Los filipinos siempre se dirigen a la gente por Madame o Mister. Todo el mundo habla inglés, pero todo el mundo, hasta el barrendero, hasta el hijo de un pescador que no va al colegio. Claro que, cuanta menos educación tienen, más difícil es entenderlos.  A veces, se mezcla en una frase alguna palabra en tagalo o en español. Muchas calles tienen nombres en español. Los españoles les caemos bien. Los chinos les caen mal. Un taxista dice que las fortunas más grandes que hay en Manila son todas chinas. Los españoles creo que les caemos bien porque se nota nostalgia de cuando fueron colonia española. Claro que, la nostalgia no es de las matanzas llevadas a cabo, sino después, cuando todo iba bien. Al principio, Filipinas eran cuatro tribus por aquí, cuatro tribus por allá, unos chinos que comerciaban y se llevaban lo que podían (dicen)… y los españoles hicieron la pedazo de ciudad de Manila, “el París de Oriente”, y bajo su dominio pasaron los años más gloriosos de su historia, creo. Hasta que llegaron los japoneses, los americanos, y se fue todo al garate. Así, contado en pocas palabras, y con una idea muy ligera sobre el tema.
Sus héroes son Legazpi y José Rizal.