La temporada de recolecta de las hojas de té va de principios
de Marzo a finales de Abril. En China hay varias provincias y varios tipos de
té famosos. Pero quizá el más famoso, el más rico, es el té verde Longjing de
la provincia de Zhejiang. Las plantaciones están en los alrededores de Hangzhou,
muy cerca de Shanghái. Así que fuimos un fin de semana de excursión a ver cómo
recogían las hojas.
El viernes por la tarde, nada más salir de trabajar, I y yo
fuimos a la estación de tren. Ya sabemos que conseguir un billete de tren en
China es muy difícil. Pero como era un tren de cercanías -cada 20 o 30 minutos
sale uno-, no pensamos que fuera un problema. Pues bien, llegamos a las cinco
de la tarde a la estación y nos dicen que está todo vendido hasta el tren de
las 9.30 de la noche. Y todos los asientos de los muchos trenes que hay el domingo para regresar a Shanghái están vendidos. Pero podemos comprar un billete de ir de pie por el mismo precio. Qué bajón por Dios. Vamos a cenar, vamos a mi casa. Le
corto el flequillo. Me lavo y me plancho el pelo, que no me había dado tiempo.
Vamos a la estación de nuevo. ¡Me he olvidado el neceser en casa! ¡Nooooooooo!
Porque, díganme, ¿a dónde va una dama sin su neceser de aseo personal?
Decidimos subir al tren y a la porra el neceser.
Llegamos a Hangzhou. Hay una cola para coger taxis que se extiende hasta el infinito y llega un taxi cada diez minutos. Los taxistas ilegales van buscando pasajeros. No tienen licencia y te llevan por más dinero. Regateamos el precio con uno y finalmente nos vamos.
Meijiawu es uno de los pueblos que viven del té en la zona. Es menos turístico que Longjing y está muy cerca de Hangzhou. Vamos por una carretera oscura buscando nuestro hostal, pero el conductor no lo encuentra. Llamamos por teléfono, pero no coge nadie. Probablemente estén durmiendo.
El conductor está acabando con su paciencia y parece determinado a dejarnos en cualquier cuneta. Finalmente, consigue encontrar el lugar cuando contestan al teléfono y le dan una pista sobre cómo llegar. Quiere más dinero por el esfuerzo. China es así.
Llegamos a Hangzhou. Hay una cola para coger taxis que se extiende hasta el infinito y llega un taxi cada diez minutos. Los taxistas ilegales van buscando pasajeros. No tienen licencia y te llevan por más dinero. Regateamos el precio con uno y finalmente nos vamos.
Meijiawu es uno de los pueblos que viven del té en la zona. Es menos turístico que Longjing y está muy cerca de Hangzhou. Vamos por una carretera oscura buscando nuestro hostal, pero el conductor no lo encuentra. Llamamos por teléfono, pero no coge nadie. Probablemente estén durmiendo.
El conductor está acabando con su paciencia y parece determinado a dejarnos en cualquier cuneta. Finalmente, consigue encontrar el lugar cuando contestan al teléfono y le dan una pista sobre cómo llegar. Quiere más dinero por el esfuerzo. China es así.
M y C no venían hasta el día siguiente, pero a I y a mí nos
pareció tan bonito el lugar que pensamos que sería guay el sábado despertar en
medio de la naturaleza, sin el estrés del madrugón ni los empujones en la estación.
“La casa de la tía Song”, ese era
nuestro hostal. En una de las fotos se veía la casa en medio del lago, con una
terraza. Ahí me había imaginado yo con un vaso de té y mi cuaderno.
La realidad fue bastante distinta. De hecho, en China, sólo sabes cómo va a ser un lugar hasta que vas. Nada de lo que el hostal diga tiene que corresponderse con la realidad. Puedes ver unas fotos muy cucas, y llegar al mismo Infierno. Lo único que realmente te da una pista de lo que te vas a encontrar, es la opinión de otros viajeros. Eso es lo único fiable.
Llegamos a media noche. La tía Song estaba durmiendo en el sofá. Nos lleva a nuestra habitación. Parece que no hay lago. La foto en internet puede ser perfectamente de un lago que esté a 100 km de allí. La habitación era la típica habitación guarri china, pero un pelín más guarri de lo habitual. Cabezal de cama descolorido con manchurrones, la cama medio deshecha-malhecha, con sábanas sin planchar, una capa de polvo contundente sobre el televisor… Da igual, hemos venido a ver campos de té y tenemos mucho sueño. Entro al baño y comienza a despertar mi furia. El wc está lleno de gotitas de pis, el suelo está sucio, el lavabo está sucio, aún está ahí la basura de los anteriores clientes. La guarra de la tía Song se ha ido a dormir. La llamo a gritos por la escalera. Parece que no hay nadie en su caserón lleno de habitaciones. Sube a desgana. Le digo lo guarra que es. Y que traiga papel higiénico, o que nos lo venda. Vuelve sin papel higiénico, no tiene. Tiene un hostal, pero no dispone de papel higiénico. Quiero comprar una botella de agua. No tiene agua. Nos sube un termo de agua hirviendo que sabe a cloaca. Se pone a limpiar el baño con la ducha, como quien riega las plantas. Le digo que hace falta jabón. Vuelve con pato wc y limpia con eso todo el baño. Está de una mala leche… Me dice I: “Ya verás. Mañana nos va a escupir en el desayuno por hacerle ponerse a limpiar a media noche”. Es cierto, tendremos que irnos a otro sitio a desayunar.
Le digo que me voy a duchar, y me dice la tía: “¿Ahora? ¿Para qué te vas a duchar ahora?”. ¡Pero bueno! Todavía me va a decir lo que tengo que hacer. Si le parece duermo de pie y así no tiene que hacer la cama mañana. Me dice: “Ahora no hay agua caliente. Mañana, mañana será otro día”. Me ducho con agua fría.
La cama, ostras la cama. Ese colchón, no es colchón, es cemento.
Al día siguiente. Me despierto. Tengo mucha sed. Sólo hay agua que sabe a cloaca. Ya decidimos anoche que no era apta para el consumo humano. Voy a la ducha. Están las bolsitas de gel de baño usadas de los anteriores clientes. Abro el grifo de la ducha. Por un lado sale agua fría. Por el otro sale un hilito de agua, como si estuviera cerrada. Espero un buen rato. Sólo sale agua fría. Me asomo a la ventana. Está abajo de cháchara con otros chinos. Le digo a grito pelao: “No hay agua caliente”. Vale, que hablo muy mal chino, quizá no me ha entendido. A decir verdad no hablo chino, pero más o menos me comunico. No hace ni amago de subir a ver lo que pasa. Le voy a sacar los ojos a la tía Song. Mi ira va en crescendo. Estoy en pelotas y no voy a bajar tres pisos para decirle que no hay agua caliente y que me diga que mañana será otro día. Me doy otra duchita de agua fría. Qué mala sangre hago. Salgo mojada a la terraza con una mini toallita. Esta vez le digo: “¡No hay agua caliente hija de perrrraaa!” y le tiro una banqueta por la ventana. La banqueta de plástico al hacer impacto con el suelo se hace pedazos y todos me miran con los ojos como platos. Se me ha abierto la toallita del esfuerzo físico y creo que me han visto una teta.
I se ha despertado. Tiene cara de rayos y truenos. Me disculpo por mi mala actitud tan de mañana. Sube la tía Song hecha un basilisco con un chino que habla inglés. Dice que nos vayamos inmediatamente que van a llamar a la policía. I está en pijama. ¿Pregunta si se puede duchar y vestir o hay que salir a la calle en pijama? Si sus ojos mataran, yo ya estaba muerta. Dicen que sí hay agua caliente. Después de abrir el grifo durante mucho, mucho rato, por el lado del que sólo sale un hilito de agua, finalmente, sale caliente. Quieren que les indemnice con 100 yuanes por la banqueta. La banqueta vale 15 o 20 yuanes. No les voy a dar 100 yuanes se pongan como se pongan. Después de una larga discusión explicándole al tipo lo guarra que es la tía Song y lo mucho que toma el pelo a sus clientes, unas fotos a mi pasaporte, 20 yuanes extra para que se compren otra banqueta… Conseguimos salir de allí. Fue toda una suerte, porque los chinos se ponen como locos y cualquier situación de la que crean que puedan sacar 1 yuan son capaces de pelear con uñas y dientes todo el día. Además, si de verdad hubiera llegado la policía, teníamos todas las de perder por ser extranjeras. En estos casos, todo se acaba solucionando con una multa de miles de yuanes. Fue una insensatez mi acto.
Un viejo muy viejo nos dijo con una sonrisa de oreja a oreja: “Bye-bye!”. Ese debió ser el que vio algo cuando se me resbaló la toalla.
La realidad fue bastante distinta. De hecho, en China, sólo sabes cómo va a ser un lugar hasta que vas. Nada de lo que el hostal diga tiene que corresponderse con la realidad. Puedes ver unas fotos muy cucas, y llegar al mismo Infierno. Lo único que realmente te da una pista de lo que te vas a encontrar, es la opinión de otros viajeros. Eso es lo único fiable.
Llegamos a media noche. La tía Song estaba durmiendo en el sofá. Nos lleva a nuestra habitación. Parece que no hay lago. La foto en internet puede ser perfectamente de un lago que esté a 100 km de allí. La habitación era la típica habitación guarri china, pero un pelín más guarri de lo habitual. Cabezal de cama descolorido con manchurrones, la cama medio deshecha-malhecha, con sábanas sin planchar, una capa de polvo contundente sobre el televisor… Da igual, hemos venido a ver campos de té y tenemos mucho sueño. Entro al baño y comienza a despertar mi furia. El wc está lleno de gotitas de pis, el suelo está sucio, el lavabo está sucio, aún está ahí la basura de los anteriores clientes. La guarra de la tía Song se ha ido a dormir. La llamo a gritos por la escalera. Parece que no hay nadie en su caserón lleno de habitaciones. Sube a desgana. Le digo lo guarra que es. Y que traiga papel higiénico, o que nos lo venda. Vuelve sin papel higiénico, no tiene. Tiene un hostal, pero no dispone de papel higiénico. Quiero comprar una botella de agua. No tiene agua. Nos sube un termo de agua hirviendo que sabe a cloaca. Se pone a limpiar el baño con la ducha, como quien riega las plantas. Le digo que hace falta jabón. Vuelve con pato wc y limpia con eso todo el baño. Está de una mala leche… Me dice I: “Ya verás. Mañana nos va a escupir en el desayuno por hacerle ponerse a limpiar a media noche”. Es cierto, tendremos que irnos a otro sitio a desayunar.
Le digo que me voy a duchar, y me dice la tía: “¿Ahora? ¿Para qué te vas a duchar ahora?”. ¡Pero bueno! Todavía me va a decir lo que tengo que hacer. Si le parece duermo de pie y así no tiene que hacer la cama mañana. Me dice: “Ahora no hay agua caliente. Mañana, mañana será otro día”. Me ducho con agua fría.
La cama, ostras la cama. Ese colchón, no es colchón, es cemento.
Al día siguiente. Me despierto. Tengo mucha sed. Sólo hay agua que sabe a cloaca. Ya decidimos anoche que no era apta para el consumo humano. Voy a la ducha. Están las bolsitas de gel de baño usadas de los anteriores clientes. Abro el grifo de la ducha. Por un lado sale agua fría. Por el otro sale un hilito de agua, como si estuviera cerrada. Espero un buen rato. Sólo sale agua fría. Me asomo a la ventana. Está abajo de cháchara con otros chinos. Le digo a grito pelao: “No hay agua caliente”. Vale, que hablo muy mal chino, quizá no me ha entendido. A decir verdad no hablo chino, pero más o menos me comunico. No hace ni amago de subir a ver lo que pasa. Le voy a sacar los ojos a la tía Song. Mi ira va en crescendo. Estoy en pelotas y no voy a bajar tres pisos para decirle que no hay agua caliente y que me diga que mañana será otro día. Me doy otra duchita de agua fría. Qué mala sangre hago. Salgo mojada a la terraza con una mini toallita. Esta vez le digo: “¡No hay agua caliente hija de perrrraaa!” y le tiro una banqueta por la ventana. La banqueta de plástico al hacer impacto con el suelo se hace pedazos y todos me miran con los ojos como platos. Se me ha abierto la toallita del esfuerzo físico y creo que me han visto una teta.
I se ha despertado. Tiene cara de rayos y truenos. Me disculpo por mi mala actitud tan de mañana. Sube la tía Song hecha un basilisco con un chino que habla inglés. Dice que nos vayamos inmediatamente que van a llamar a la policía. I está en pijama. ¿Pregunta si se puede duchar y vestir o hay que salir a la calle en pijama? Si sus ojos mataran, yo ya estaba muerta. Dicen que sí hay agua caliente. Después de abrir el grifo durante mucho, mucho rato, por el lado del que sólo sale un hilito de agua, finalmente, sale caliente. Quieren que les indemnice con 100 yuanes por la banqueta. La banqueta vale 15 o 20 yuanes. No les voy a dar 100 yuanes se pongan como se pongan. Después de una larga discusión explicándole al tipo lo guarra que es la tía Song y lo mucho que toma el pelo a sus clientes, unas fotos a mi pasaporte, 20 yuanes extra para que se compren otra banqueta… Conseguimos salir de allí. Fue toda una suerte, porque los chinos se ponen como locos y cualquier situación de la que crean que puedan sacar 1 yuan son capaces de pelear con uñas y dientes todo el día. Además, si de verdad hubiera llegado la policía, teníamos todas las de perder por ser extranjeras. En estos casos, todo se acaba solucionando con una multa de miles de yuanes. Fue una insensatez mi acto.
Un viejo muy viejo nos dijo con una sonrisa de oreja a oreja: “Bye-bye!”. Ese debió ser el que vio algo cuando se me resbaló la toalla.