Qué buenos sitios han escogido siempre todos los religiosos para edificar sus monasterios. No importa la religión, siempre tienen buen olfato para las localizaciones.
¿Y qué me dicen de estos cerdos? Nunca antes de este viaje me habían gustado tanto los cerdos. ¡Son tan guapos! Y qué carácter, y qué cuerpecillo saleroso. Es verlos y me entran ganas de darles un beso.
Construido en 1679, hecho trizas
durante la Revolución Cultural, y reconstruido hace unos 30 años. Es el
monasterio tibetano más grande en Yunnan, al que a veces, llaman el Potala Palace en miniatura. En su
momento de más éxito, ha alojado hasta a 2000 monjes.A los monjes que había por allí, se les veía hasta el mismísimo gorro de los turistas, de sus cámaras y del mundo terrenal en general; pero, con no una, sino numerosas tiendas de suvenires dentro del monasterio.
Tiene más encanto desde fuera que desde dentro. Con su estructura de pueblo edificado en una colina y amurallado. Pero un encanto que no se puede comparar al de los cerdos…
Una foto del monasterio durante festivales puntuales.