Oslo y Bergen, aunque son ciudades pequeñas, tienen muy
buenos museos y exposiciones. Hay
una intención claramente provocadora y un comisariado que monta exposiciones sólidas. Oslo aspira a convertirse en ciudad cultural
europea. Y bueno, estas cosas se hacen con dinero, así que, seguramente lo
conseguirán.
La imagen de arriba me recuerda que he dejado solo a
mi querido Apolonio en casa. Bueno, mi vecina le cambia el agua de beber… espero. La imagen es parte de una instalación sobre el aburrimiento existencial que ocupaba casi dos plantas en el Astrup Fearnley Museet. No recuerdo los nombres de los artistas, uds. disculpen. Esto iba de los museos, contenedores de objetos y de obra enmarcada. Lo de abajo eran idénticos papeles blancos, igualmente enmarcados, y cada uno de ellos llevaba el título de una ciudad.
Las fechas en las que estuve coincidieron con las festividades del orgullo gay. El señor este de silicona formaba parte de una exposición temática enorme y jovial sobre: urinarios, fotos de pollas, fiestas y amigos gays, bar gay, taquillas de sauna-gimnasio y calzoncillos.
A parte de las exposiciones temporales, en su colección tenían obras famosas de arte contemporáneo: varios Jeff Koons, Bacon y las horrorosas disecciones de animales de Damien Hirst que no había visto antes en directo. Bueno, en la carnicería sí. Quizá podamos verlo en la carnicería y en el museo no. A mí que un artista decida diseccionar su propio cuerpo y meterlo en formol me parece una elección personal. Pero que lo haga con un animalito y luego lo titule: "Madre e hijo divididos", me parece una manera cuestionable de llamar la atención.