Hoy han empezado mis vacaciones, ¡yuju! Todavía me duelen
todos los huesos de la despedida y cierre del año académico –y de la borrachera
de ayer- que tuvo como colofón ciento y pico niños pintando 450 plafones de 60
x 60 cm con la finalidad de tener “frescos” en el techo de la cafetería. Estas
actividades a gran escala, con niños, con el reloj en la mano (sólo 6 horas) y
pintura permanente, me atacan los nervios. Pero, es simplemente un problema
mío. La verdad, qué bien se portaron y qué bien lo hacen todo siendo tan
pequeñitos. Bueno, he de decir que separé a los malos pintores y a los locuelos
que me estresan: los mandé a otra clase a pintar sólo plafones amarillos. Y
montaron la de san quintín, pintaron las paredes del colegio, porque nadie se
encargó de ellos. Los profes chinos son expertos en escurrir el bulto.
Tenían que ser cuatro escenas que representaran los cuatro
valores del colegio. Me topé con estos gatos ukiyo-e:
E hice
mi versión de esta famosa ilustración que no sé de quién es... Básicamente,
sólo cambié el color del gato:
Lo he utilizado como el gato creativo. Los otros gatos intenté que se parecieran a los primeros para que no desentonaran mucho.
El seguro de sí mismo.
El buen comunicador, con las palabras de Virginia Woolf. Y abajo, el compasivo.
Y el plano de la cafetería. A la vuelta veremos cómo queda el entuerto.