Qué maravilla maravillosa son los trenes en Japón. Allí la
puntualidad no se mide en minutos, sino en segundos. Qué sincronización, qué
limpieza, qué silencio, qué perfección. Te bajas de uno, te montas en otro. A
veces, las conexiones son demasiado breves para una extranjera. Cuatro minutos, veintiséis segundos… Cambia
de andén… Lee las pantallas…Vuela en una palabra. Menudo estrés de vacaciones
parriba-pabajo… Ah, y los trenes valen una pasta, pero bien justificado está su
precio. Por suerte, hay unos abonos de varios días para el turista.
Cercanías
¡Viva el Shinkansen!
Estación en una zona remota
Sala de espera en estación en zona remota