Este
es mi segundo volcán y espero que no sea el último. Me flipa el paisaje
volcánico.
Me
apunté a una excursión con dos espeleólogos, dos todo terrenos y otros
turistas. Yo me imaginaba saltando entre ríos de lava, pero pronto me percaté
de que no iba a ser así la excursión. Hubo una erupción muy reciente, en el
2013, pero enseguida se enfría la lava, y además, para verla roja hay que ir
por la noche. De todos modos, fue muy interesante, nos explicaron cómo
funcionan los volcanes y esas cosas. Subimos a 2.900 metros. Creo que no dejan
subir a nadie a más de 3.100 metros (o algo así) por seguridad, porque en la
cima siempre hay actividad, humo, grietas.
Lo
que me flipa de un volcán es el paisaje en constante cambio.
A
cierta altura hay muchísimo, pero muchísimo viento. Los árboles están pelados.
Fue
una excursión divina. Sin embargo, en China cuando te apuntas a una cosa de
estas, nunca sabes lo que te vas a encontrar, pero vas a sabiendas de que te
van a maltratar en un momento u otro. Todavía me acuerdo de aquel barranco en
Zhejiang, cuando empezó a caer el diluvio universal, las chinas con tacones, todos
los excursionistas resbalando por el barro, parecía que teníamos grilletes en los pies, no había manera de moverse, y el guía en plan: “¡Moved el culo
que en cuanto anochece salen los lobos!”. Y luego nos hicieron una barbacoa de lechuga
y salchichas de plástico de premio. En Sicilia, eso no pasa, no. Además, eran
majos. Hasta nos prepararon un picnic en el bosque, con platos típicos
sicilianos, y vino y todo.
Entramos por este agujero.
Le
pregunté al guía cuál era su volcán favorito, porque era un apasionado del
tema, y a parte del Etna, me dijo que hay uno en África y otro en Sudamérica
que le ponen los dientes largos. Pero que en África son intocables los
volcanes, porque dice que te secuestran fijo. Conoce a gente que ha ido pero
tienen que contratar al ejército para que los escolte mientras escalan el
volcán, y 20 soldados salen por unos 2000 euros, más el viaje y
todo, le parece un derroche.
Me
encontré con muchos rincones de Sicilia que habían salido en películas, “El
Gatopardo”, “Cinema paradiso”… Y en este pueblo –cuyo nombre no recuerdo- es
donde Al Pacino, en “El Padrino I” encuentra a su primera esposa, la que muere
en el coche bomba.
En
una de las laderas del Etna vive el cantante de Simply Red. Ahora se dedica al
vino, y produce uno que se llama del mismo modo, simplemente rojo.